viernes, 15 de noviembre de 2013


DISCRIMINACIÓN EN LOS PACIENTES CON VIH EN LAS UNIDADES HOSPITALARIAS EN EL MUNICIPIO DE CAMPECHE DESDE UNA PERSPECTIVA DE UN CENTRO AMBULATORIO DE PREVENCIÓN Y ATENCIÓN EN SIDA E ITS (CAPASITS).
Por: C. P. Benjamín A. Alejandro Duarte
1ero. C Licenciatura en Psicología
Universidad Autónoma de Campeche.
REF: ACT012_PSICOD
Introducción
En la actualidad, es necesario hacer una profunda reflexión acerca de los retos que persisten en el país y las necesidades futuras que nos permitan fijar un nuevo rumbo y una nueva dinámica  a la respuesta del VIH/SIDA, con la finalidad de impactar en forma acelerada y efectiva en la reducción de nuevas infecciones por VIH, en la ampliación del tiempo y la mejora de la calidad de vida de las personas que viven con VIH; así como la eliminación de determinantes asociados a tratar  “la discriminación”, los cuales se traducen en violaciones a los derechos humanos de quienes viven con VIH, de las personas pertenecientes a los grupos de mayor riesgo y vulnerabilidad; así como de cualquier persona afectada por la epidemia.
Para lo anterior, es necesario propiciar espacios de diálogo técnico y político adecuados que nos permitan integrar una visión más incluyente e integral de la respuesta del país, del estado y en este caso en particular del Municipio de Campeche, enfocada al diseño de estrategias comunes orientadas a cumplir con las metas comprometidas por México al adoptar la Declaración de compromiso en la lucha contra el VIH/SIDA y la Declaración Política sobre el VIH/SIDA, las cuales están vinculadas a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y al Acceso Universal.
Necesitamos cerrar las brechas faltantes lo antes posible, para lo cual es necesario considerar como punto de agenda, el fortalecimiento de los sistemas de salud; así como del sistema protección y seguridad social, a fin de que todos los niveles de respuesta y en todas las entidades y municipios se tengan mecanismos, atención, apoyo, prevención y diagnóstico de forma integral a toda persona en necesidad.
Es en este punto donde entran el centro ambulatorio de prevención y atención en SIDA e ITS (CAPASITS) del Estado de Campeche, que opera en el municipio de Campeche que busca a través de la secretaría de Salud, atender estas necesidades en colaboración con sus médicos adscritos a este centro.
 1.Orígenes
Los ocultos orígenes de la epidemia
Los orígenes y los inicios de la epidemia de SIDA permanecen en la oscuridad y dan pie a un gran número de hipótesis. Las distintas suposiciones por las cuales se presume que la enfermedad ya existía en la antigüedad (traída por Cristobal Colón desde Sudamérica) o en el siglo XIX (la primera descripción de un sarcoma cutáneo maligno es hecha por el médico húngaro Móric Kaposi en 1872) en forma de epidemia, no sean podido comprobar. Es posible que, dada la frecuencia del sarcoma de Kaposi en el antiguo Congo belga, hoy Zaire, la epidemia tenga su origen en África Central, desde donde los trabajadores infectados, emigrados a través de Haití, la han llevado a América, y también a Europa.
El primer hallazgo de una brueba de sangre, que podría pertenecer a un enfermo de SIDA, data de 1959 en Sudáfrica. Casos de las características del SIDA se observan en Sudáfrica ya en la década de 1960 en trabajadores itinerantes procedentes de África Central. Casos clínicos documentados que hagan pensar en la enfermedad del SIDA se remontan en Europa en 1959, cuando un marinero británico con síntomas de SIDA muere a pesar de ser sometido a un tratamiento intensivo. En los Estados Unidos el inicio de la nueva epidemia se puede rastrear mediante estudios retrospectivos hasta 1978.
2. Antecedentes
2.1 Se Descubre una enfermedad: el SIDA
5 de junio de 1981. Se conocen oficialmente en Estados Unidos los primeros casos de inmunodeficiencia adquirida, conocida posteriormente con el nombre de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). La administración central norteamericana responsable del control sanitario (Centers for Disease Control, CDC), de Atlanta, informa de los cinco primeros casos de una infrecuente infección pulmonar, la Pneumocystios carinii-Pneumonie (PCP), que sólo se ha observado en pacientes en el último estado de enfermedades graves o con graves inmunodeficiencias congénitas.
Desde la primavera de 1979 hasta marzo de 1981 se diagnostican tres hospitales de Nueva York un mínimo de ocho casos de una forma especialmente maligna del sarcoma de Kaposi (cuatro pacientes han muerto ya por aquel entonces). El desarrollo de la enfermedad no concuerda con el cuadro habitual de un tumor de la piel, relativamente benigno, que aparece generalmente en hombres de origen oriental o negroafricano pasados los 50 años. Por el contrario, los enfermos de Nueva York son jóvenes homosexuales blancos.
En San Francisco se diagnostica por primera vez un sarcoma de Kaposi en un paciente con PCP.
En noviembre de 1981 las autoridades sanitarias de Estados Unidos han registrado ya 159 casos y, a principios de 1982, más de 200.
A partir de los ambientes homosexuales de Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, la epidemia se extiende en 15 estados. Los estudios epidemiológicos pueden determinar las vías de contagio en cada caso.
A finales de 1981 se conocen en Nueva York los primeros casos de PCP mortales en heterosexuales, entre ellos la primera mujer. Todos ellos son heroinómanos (yanquis). Por primera vez los médicos sospechan que la sangre (jeringuilla usadas y relaciones sexuales) pueden ser la vía de transmisión de la enfermedad, ya que la desconcertante enfermedad se comporta de un modo análogo al de la hepatitis B.
En este momento, la nueva enfermedad carece aún de calificación médica. Los periódicos hablan del (cáncer de los homosexuales), (neumonía de los homosexuales), (plaga de los homosexuales). En las publicaciones científicas se habla analógicamente en un principio de GRID (gay related immunodeficency disease = inmunodeficiencia relacionada con los homosexuales), hasta que finalmente, en otoño de 1982, se utiliza el término neutral de AIDS, siglas de Acquired Immuno-Deficensy Disease Syndrome, que en español se traduce por SIDA (Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida).
A partir de 1983 esta expresión se impone en el mundo científico.

2.2 Medidas Preventivas contra el SIDA
El drástico incremento de los casos de SIDA experimentado sobre todo en Europa Occidental y en Estados Unidos aviva el debate sobre las posibilidades de combatir la epidemia y prevenir la enfermedad, así como acerca de las consecuencias sociales de dicha enfermedad.
En primera instancia parece como si la epidemia estuviese limitada a determinados grupos sociales. La consideración del estatus social de los afectados por SIDA modifica esta tradicional presunción, según la cual la enfermedad es un castigo por llevar una vida pecadora, puesto que en última instancia cada individuo es responsable de ella. Esta valoración moral de la enfermedad la rechazan firmemente no sólo los homosexuales, sino también numerosos intelectuales, científicos y políticos.
Cuando se constata de forma cada vez más clara que la enfermedad no queda restringida a grupos marginales, sino que cada persona está amenazada por el SIDA, estalla a mitad de la década de 1980 un encendido debate sobre cuál debe ser la estrategia correcta para luchar contra ella. Ni el pánico ni la desdramatización conducen a iniciativas positivas. Mientras que los que adoptan la primera postura pretenden detectar mediante pruebas obligatorias a todos los infectados y aislarlos totalmente, los segundos abogan por pruebas anónimas y ponen incluso en duda si un paciente hospitalario al que se le ha practicado la prueba del VIH, debe ser informado de sus resultados en caso de ser positivos.
En 1983 se descubre el agente causante del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), aunque no se ha obtenido ningún medio para su curación ni tan sólo una vacuna. Las medidas defensivas se basan en amplias campañas informativas sobre la higuiene, especialmente referidas a la práctica de las relaciones sexuales (sexo seguro mediante el uso de preservativos). La pregunta de si se llegará a alcanzar un sistema de protección efectivo permanece por ahora sin respuesta afirmativa.

2.3 El SIDA devasta el África Negra
La nueva epidemia representa en la actualidad un problema sanitario agobiante para todo el mundo.
El África Negra está especialmente afectada. Más del 1% de la población, comprendida en edades entre 15 a 49 años, está contaminada por el VIH. En Uganda, por ejemplo, entre el 10 y el 20% de los adultos son seropositivos y más de la cuarta parte de mujeres embarazadas sometidas a control está contaminada. Además de las malas condiciones higiénicas, las peculiaridades culturales, así como el comportamiento sexual tradicional, favorecen la expansión de la epidemia.
Los expertos del SIDA todavía no se atreven a hacer un pronóstico sobre el desarrollo futuro de la expansión y medidas profilácticas de esta enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) inicia extensos programas de información y de cuidado de la salud, sobre todo en el África Negra, para prevenir de los peligros que representa el SIDA. En las escuelas se crean puestos de profesores de sanidad que informan a los alumnos acerca de esta enfermedad.
3.   Sintomatología
3.1 ¿Qué es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida SIDA (VIH)?
El SIDA es una enfermedad infecciosa producida por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). El virólogo francés Luc Montagnier y el estadounidense Robert Gallo demuestran en el año 1983 que éste es el causante de la terrible enfermedad.
Las distintas enfermedades asociadas al VIH pueden clasificarse en cuatro grupos:
§  Infección Aguda:          A las dos tres semanas tras la infección de un 5 A UN 10% de los casos presentan síntomas parecidas a los de la gripe, dolores de cabeza y de las articulaciones, náuseas, etc. Sigue a continuación una fase carente de complicaciones; la detección del virus solo es posible transcurridas hasta doce semanas de la infección, pudiendo ser luego de nuevo de todo negativa.
§  Infección Asintomática:           En la mayoría de los infectados por el virus, éste puede detectarse mediante pruebas serológicas sin que aparezcan síntomas clínicos. Pueden pasar diez años (posiblemente muchos más), antes de la aparición de la enfermedad.
§  Linfoadenopatía  Generalizada:        Aproximadamente un 40% de los manifiestamente enfermados de SIDA sufren en primer lugar inflamaciones de los ganglios linfáticos en distintos puntos del cuerpo.
§  SIDA (síndrome de inmunodeficiencia manifiesto):         Es un primer estado de la enfermedad aparecen las complicaciones clínicas del fallo inmunológico, es decir, síntomas generales, malignomas (sarcoma de Kaposi), así como anomalías neurológicas y psíquicas.

Hasta ahora no existen ni una terapéutica eficaz ni una profilaxis fiable (vacuna), pese a los estudios realizados.
3.2  ¿Y los mecanismos de Defensa del Huésped?
Sistema Inmune o Sistema inmunológico es aquel conjunto de estructuras y procesos biológicos en el interior de un organismo que le protege contra enfermedades identificando y matando células patógenas y cancerosas. Detecta una amplia variedad de agentes, desde virus hasta parásitos intestinales, y necesita distinguirlos de las propias células y tejidos sanos del organismo para funcionar correctamente. El sistema inmunitario se encuentra compuesto por linfocitos, leucocitos, anticuerpos células T, macrófagos, neutrófilos, entre otros componentes que ayudan a su funcionamiento. La detección es complicada ya que los patógenos pueden evolucionar rápidamente, produciendo adaptaciones que evitan  al sistema inmunitario y permiten a los patógenos infectar con éxito a sus huéspedes. Para superar este desafío, se desarrollaron múltiples mecanismos que reconocen y neutralizan patógenos. Incluso los sencillos organismos unicelulares como las bacterias, poseen sistemas enzimáticos que los protegen contra infecciones virales. Los vertebrados, como los humanos, tienen mecanismos de defensa aún muy sofisticados, el sistema inmune consta de muchos tipos de proteínas, células, órganos y tejidos, los cuales se relacionan en una red elaborada y dinámica. Como parte de esta respuesta inmunológica más compleja, el sistema inmunitario humano se adapta con el tiempo para reconocer patógenos específicos más eficientemente. A este proceso de adaptación se le llama “inmunidad adaptativa” o “inmunidad adquirida” capaz de poder crear una memoria inmunológica. La memoria Inmunológica creada desde una respuesta primaria a un patógeno específico, proporciona una respuesta mejorada a encuentros secundarios con ese mismo patógeno específico. Este proceso de inmunidad adquirida es la base de la vacunación.
4. Manifestaciones Clínicas
4.1 La inmunodeficiencia:
Los trastornos en el sistema inmunitario pueden ocasionar enfermedades. La inmunodeficiencia ocurre cuando el sistema inmunitario es menos activo que lo normal, resultando en infecciones recurrentes y con peligro para la vida. La inmunodeficiencia puede ser el resultado de una enfermedad genética, como la inmunodeficiencia combinada grave, o ser producida por fármacos o una infección, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) que está provocado por el retrovirus VIH.
En cambio, las enfermedades autoinmunes son consecuencias de un sistema inmunitario hiperactivo que ataca tejidos como si fueran organismos extraños. Se espera que mayor investigación en este campo juegue un papel serio en la promoción de la salud  y el tratamiento de enfermedades autoinmunes.

4.2      Mecanismos de Transmisión de la Enfermedad
Las enfermedades infecciosas pueden trasmitirse directamente de persona a persona o a través de vectores, ya sean animados o inanimados. Transmisión Vertical; Es la que ocurre de
madre a hijo durante la gestación o en el momento del parto. La trasmisión trasplacentaría; ocurre en forma típica en infección por VIH, entran en contacto con el recién nacido durante su pasaje por el canal del parto. Contacto Directo; numerosas enfermedades se diseminan debido al contacto directo entre el huésped susceptible y un individuo infectado. Este contacto puede ser sexual, mano a mano o a través de gotitas de secreciones respiratorias. Las enfermedades venéreas o de transmisión sexual se transmiten durante relaciones sexuales, com por ejemplo gonorrea, sífilis, y claro las infecciones por VIH. En este caso, el reservorio son las personas infectadas, en general, asintomáticas.

4.3      Abordaje clínico de las enfermedades infecciosas
Como una de las principales causas de muerte alrededor del mundo, las enfermedades infecciosas han sido difícilmente conquistadas o controladas; en este momento se puede afirmar que las enfermedades infecciosas constituyen un grave problema de salud pública mundial por su frecuencia y elevada mortalidad. En países en desarrollo, como el nuestro, son de las principales cuasas de muerte. En los países denominados de primer mundo, son uno de los principales motivos de consulta médica. En la actualidad y atendiendo a datos emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades infecciosas ocasionan 17 millones de muertes al año, lo cual representa un tercio de la mortalidad total.
El continuo crecimiento de nuevos casos de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha producido ahora un efecto negativo en el crecimiento de la población y mayor disgregación en la sociedad de muchos países africanos. Hoy en día se clasifican como principales causas de muerte a las enfermedades diarreicas en preescolares, neumonía, paludismo y tuberculosis en los adultos.
Por otra parte, las enfermedades infecciosas representan un enorme costo económico, derivado tanto del ausentismo laboral que provocan, como de la elevada cantidad de recursos que se destinan a la atención de estos pacientes. Otro aspecto a tener en cuenta es la incapacidad que causan y la posible aparición de secuelas.
En nuestro país el sistema nacional de información en salud marca como principal causas de muerte por enfermedades infecciosas es por VIH con una tasa de mortalidad de 7.2/1,000 habitantes-año y mortalidad estimada en 2.4%.

4.4      Los Síntomas iniciales de la Infección por el VIH
Cuando el VIH infecta a una persona, puede dar lugar a síntomas y signos que se presentan de una a seis semanas después de la infección y duran de dos a seis semanas. Cuando se presenta, estos síntomas iniciales son inespecíficos y similares a los de una infección vírica como la gripe. Entre esas manifestaciones iniciales están el crecimiento de los ganglios linfáticos, fiebres, dolores de garganta y erupciones cutáneas, las que, por ser tan poco específicas, contribuyen a que a muy pocas personas se les diagnostique clínicamente la infección por el VIH en sus comienzos. Aunque inicialmente algunas personas infectadas no manifiesten síntomas, aparentes estar sanas e incluso se sientan bien físicamente, ya pueden transmitir el VIH a otras personas. Generalmente la infección inicial es seguida por un periodo carente de síntomas, que puede durar después meses hasta varios años, antes de que la enfermedad comience a manifestarse clínicamente. El periodo de latencia, es decir, el que transcurre entre la infección inicial y la presentación de los síntomas del SIDA, se puede prolongar con tratamientos profilácticos de prevención de infecciones, sobre todo en la etapa en que el sistema inmunitario ya no funciona en forma eficaz. La infección del VIH evoluciona hasta llegar al SIDA.
Durante el periodo inicial, el nivel del VIH en la sangre aumenta rápidamente. Una vez llegando a un punto máximo comienza a descender, paralelamente con el aumento del nivel de anticuerpos en la sangre. A este periodo inicial le sigue el periodo intermedio o de latencia, en el que el nivel de anticuerpos se mantiene elevado, mientras que el nivel de virus se mantiene bajo. Durante el periodo final, el de presentación de los síntomas del SIDA, el nivel de anticuerpos disminuye significativamente, mientras aumenta el nivel del VIH, siendo esta etapa en donde aparecen las manifestaciones clínicas del SIDA.

4.5      Manifestaciones Clínicas del SIDA
En las personas infectadas por el VIH, las manifestaciones clínicas del SIDA se presentaran como consecuencias del daño producido por el virus al sistema inmunitario. En 50% de esas personas, los síntomas se presentaran dentro de los 10 años siguientes a la infección inicial. En los adultos, los síntomas graves, por lo común, no se presentan antes de los dos años de la infección inicial. Existen tres clases de manifestaciones clínicas del SIDA: las infecciones, distintos tipos de cánceres y los efectos directos del virus sobre el organismo. Entre las infecciones oportunistas, la más frecuente es un tipo de neumonía o infección de los pulmones causada por un protozoario denominado Pneumocystis carinii. Se calcula que en casi la mitad de los pacientes de SIDA se presentará esta complicación, que es la principal causa de muerte. Además, otras infecciones pueden ser causadas por otros virus (como el citomegalovirus), bacterias (como la tuberculosis) u otros microorganismos tales como los hongos y las levaduras (por ejemplo, especies de Candida). Uno de los cánceres más frecuentes en los pacientes de SIDA es el sarcoma de Kaposi. Éste se manifiesta generalmente como lesiones de la piel en los brazos y en las piernas, aunque afecta también a los órganos internos y, en estadios más avanzados, se extiende por todo el cuerpo. Además de este tipo de cáncer, otros de presentación fuertes son los linfomas, que se originan en el sistema linfoide del organismo, y que suelen manifestarse por un agrandamiento de los ganglios linfáticos. Estos cánceres e infecciones son solo algunas de las numerosas enfermedades que pueden afectar a una persona cuyo sistema inmunitario ha dejado de funcionar en forma eficiente. Los efectos directos del VIH sobre el organismo incluyen, entre otros, trastornos del sistema nervioso y del tubo digestivo. Son frecuentes también las úlceras orales que afectan típicamente a la mucosa de la mucosa de la lengua, paladar, encías y al esófago. En un porcentaje importante de pacientes también se describen úlceras mucotáneas en genitales (23%). El sistema nervioso se afecta de forma precoz en la infección por el VIH-1, no siendo infrecuentes las manifestaciones tanto a nivel del sistema nervioso central como periférico. Los síntomas más son la cefalea (dolor de cabeza), el dolor retroorbitario y la fotofobia. Trastornos cognitivos en forma de depresión, irritabilidad o alteraciones del carácter así como cuadros psicóticos se han descrito de forma no excepcional. La meningoencefalitis o meningitis aséptica es la manifestación más característica, pudiendo aislarse el VIH-1 en el líquido céfalo raquídeo (LCR) durante la infección aguda. Otras manifestaciones más raras descritas son: neuropatía periférica, mielopatía, meningorradiculitis, neuritis braquial, parálisis facial, síndrome de Guillain-Barré y síndrome de la cola de caballo.
A nivel gastrointestinal, entre 10% y 70% de los pacientes presentan náuseas, vómitos, anorexia, diarrea y dolor abdominal. Los síntomas respiratorios son infrecuentes aunque la tos seca puede ser un síntoma común en algunos pacientes. También se han descrito, aunque más raramente, casos de neumonitis con infiltrados difusos intersticiales. Asimismo, en los adictos a drogas por vía intravenosa, no son infrecuentes los casos de neumonías bacterianas en el momento de la infección aguda.
Por último, la inmunodepresión transitoria que se produce durante esta fase de la enfermedad puede ser profunda y dar lugar a infecciones oportunistas propias de estadios más avanzados, siendo las más frecuentes la candidiasisoral y esofágica, habiéndose descrito de forma excepcional casos de neumonía por Mycobacteriun avium y meningitis tuberculosa o infecciones sintomáticas por citomegalovirus. El diagnóstico diferencial incluye infecciones virales producidas por el virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, rubéola, hepatitis viral, infección primaria por virus herpes simple, la sífilis secundaria, infección gonocóccica diseminada, la toxoplasmosis y las reacciones de hipersensibilidad a drogas.

5.         ¿Cuánto cuesta la enfermedad?
La pandemia del SIDA que ha tomado la vida en los últimos 30 años, de más de 25 millones de personas y se cree que existen más de 33 millones de personas que viven con la enfermedad. Cualquier respuesta debe integrar los conocimientos de múltiples disciplinas y abordar el problema por sistemas, considerando a las enfermedades infecciosas en su contexto evolutivo y ecológico. Muestra de ello es la epidemia del VIH, la cual ha repercutido en la cultura, relaciones humanas, actividad profesional y en la economía; en todas partes se percibe su presencia. Así la humanidad ha sido infestada por y con el miedo al SIDA. El tratamiento de la infección por el VIH es actualmente muy costoso y, lo que es más grave, su costo sigue aumentando. Esquemáticamente la atención puede dividirse en 3 diferentes intervenciones: la prevención primaria de infecciones, el tratamiento de las complicaciones conforme se van presentando (infecciones oportunistas y neoplasias) y el tratamiento con antivirales (orientado a disminuir la replicación viral e incrementar sus linfocitos CD4 células de defensas y evitar las consecuencias del virus sobre el sistema inmunológico). Por lo que respecta al tratamiento antiviral, en la actualidad se usan simultáneamente combinaciones de hasta 4 antivirales, lo cual permite retrasar la aparición de resistencia, pero también implica un costo más alto. Igualmente, ahora es posible determinar con mayor precisión en qué momento resulta oportuno iniciar o realizar cambios de antivirales, mediante los estudios de genotipo y fenotipo. Ante este panorama, tenemos que plantear una terapéutica económica accesible para la mayoría de los infectados que no pueden sufragar esos costos. Han trascurridos 30  años desde la descripción de los primeros casos de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), más de 25 años desde la introducción del primer fármaco con actividad antirretroviral (la zidovudina, un análogo de la timidina, capaz de inhibir la transcripción inversa del VIH-1) y más de 15 años desde el tratamiento antirretroviral de alta eficiencia (HAAET) con el advenimiento de los inhibidores de proteasas desde 1996, que cambió por completo el panorama clínico del SIDA. En el momento actual existen más de 30 medicamentos comercializados. Se da por válido que las combinaciones de tres o incluso más medicamentos que utilizamos como tratamiento inicial tienen una eficacia superior a 70-80% al cabo de  un año e incluso superior a 90% y que va a ser muy difícil, casi imposible, de superar esa barrera. Por lo contrario, las prioridades han pasado a ser la conveniencia y comodidad para los pacientes, la tolerancia a corto y largo plazo para un tratamiento que presumiblemente tendrá que mantenerse no durante muchos años, sino toda la vida y la capacidad de tener actividad en pacientes multitratados que hayan desarrollado un mayor o menor grado de resistencias a varios fármacos o familias de medicamentos.

6.         Perspectiva del Manejo Antiretroviral
Un tercio de los 40 millones de personas que viven con VIH en el mundo residen en países en los que todavía no presentan epidemias generalizadas, entre los que se encuentra México. Debido a ello, un pequeño aumento en la tasa de infección en estos países, particularmente en los más poblados, representaría un dramático crecimiento de la carga global de SIDA. El control de la epidemia en países con baja prevalencia, pero que por alguna razón se encuentran en alto riesgo de que ésta se incremente, es por lo mismo una prioridad para el combate a este problema global.
México es el tercer país en América Latina en número de casos de SIDA reportados.
Si bien el SIDA es la decimosexta causa general de muerte en el país, ya es la cuarta causa entre los hombres de 25 a 34 años. 3,4 Desde el comienzo de la epidemia y hasta finales del año 2003, se han reportado un total de 73 mil casos de SIDA, mientras que las estimaciones del número de mexicanos que viven con el virus se encuentran en un rango de entre 116 mil y 177 mil, de los cuales un alto porcentaje desconocen su estado serológico. La epidemia en México es de transmisión sexual, con 80% de los casos diagnosticados en los que se conoce el origen de la infección transmitidos por esta vía. De éstos, 60% ocurrieron entre hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH). Mientras que la prevalencia reportada para población adulta se ubica alrededor de 0.29%, la prevalencia entre algunos subgrupos puede llegar a ser hasta de 30% para HSH y 6% entre usuarios de drogas inyectables (UDI).
Inicialmente concentrada entre HSH, la proporción de casos atribuidos a transmisión heterosexual ha ido incrementándose. Al inicio de la epidemia, la razón hombre: mujer en cuanto a número de casos era de 25:1, y ha ido decreciendo hasta 6:1 en el 2003, reflejando la creciente importancia de la transmisión heterosexual.
En el mundo, más de la mitad de las nuevas infecciones ocurren antes de los 25 años, con el promedio de edad decreciendo con el tiempo. 5 Para México, no existen datos disponibles sobre prevalencia en jóvenes, sobre todo debido a que la vigilancia centinela se ha enfocado en el reporte de casos de SIDA, además de algo de vigilancia centinela entre mujeres embarazadas, HSH, trabajadoras sexuales (TS) y UDI.5 Si bien se han reportado casos de SIDA en todos los estados de México, 43% se concentran en el área central del país.
Como ante cualquier problema de salud, además de la respuesta individual de los afectados, las sociedades han presentado una respuesta colectiva para hacer frente a la epidemia del VIH/SIDA, organizada alrededor de los sistemas de salud.
Es evidente que la capacidad de organización de un sistema de salud depende en una medida importante del desarrollo económico y social de los países, tanto en términos de los recursos disponibles, como de las asignaciones factibles: no sólo es una cuestión de riqueza o pobreza, sino también de las prioridades que se establecen implícita o explícitamente para la atención de ciertos grupos.
En este mismo sentido, entender las razones por las cuales la epidemia no se ha generalizado en contextos de riesgo, y la importancia relativa del papel que ha jugado el sistema de salud en esta contención es especialmente relevante para fortalecer lo que ha funcionado y llamar la atención sobre los temas pendientes.
6.1      Las Primeras Respuestas
Las medidas de control contra la diseminación del VIH/SIDA en México empezaron a darse desde etapas relativamente tempranas de la epidemia, durante la década de los ochenta. Algunas de estas medidas han sido de carácter oficial e instrumentadas por entidades públicas federales o estatales, otras han surgido del seno de la sociedad civil organizada y de organizaciones no gubernamentales de lucha contra la epidemia. Es menester señalar que se han conjuntado los esfuerzos del sector público y del sector social, cuya sinergia se ha traducido en resultados positivos. Algunas de estas respuestas han tenido un impacto mayor, mientras que otras han producido efectos de menor trascendencia para evitar la propagación de la epidemia.

6.2      Institucionalización de la respuesta
El primer caso de SIDA en México se reportó en 1983. A consecuencia del impacto global que fue tomando la epidemia y la aparición de nuevos casos en el país, el gobierno federal creó en 1986 el Comité Nacional para la Prevención de SIDA (CONASIDA), cuyas actividades se limitaban a la coordinación de esfuerzos en la lucha contra el SIDA. En 1988, por decreto presidencial, CONASIDA fue elevado a la categoría de Consejo Nacional. De esta forma, CONASIDA se consolidó como la entidad encargada de la formulación y difusión de las políticas y estrategias nacionales en materia de atención y control de VIH/SIDA y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Además de ser una instancia normativa, entre sus funciones incluye la coordinación de la cooperación técnica de distintos actores involucrados en la prevención y control de la epidemia. En el año 2001 se creó el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA (CenSIDA), que además de constituir el Secretariado Técnico del CONASIDA asume las funciones normativas y de monitoreo de la epidemia.

6.3      Bancos de sangre y comercialización de plasma
En México la transfusión de sangre y sus derivados y el uso de agujas contaminadas constituyeron mecanismos de infección sumamente importantes durante los primeros años de la epidemia. Los grupos mayormente afectados por esta vía de transmisión eran las mujeres que recibían transfusión sanguínea durante procedimientos obstétricos y personas (sobre todo hombres jóvenes pertenecientes a los sectores más pobres de la población) que se involucraban en actividades de comercialización de su sangre como mecanismo de ingreso. De esta forma, para 1989, 17% de los casos reportados eran resultado de transmisión sanguínea, y el problema era particularmente importante entre los donadores de sangre pagados: entre 1986 y 1987 la prevalencia de infección por VIH entre donadores de sangre pagados era de 7% mientras que la prevalencia entre donadores voluntarios era menor a 1%. Dos medidas implementadas por el gobierno federal resultaron fundamentales para la disminución dramática del número de infecciones por transmisión sanguínea:
1) en 1986 se hizo obligatoria la realización de pruebas de VIH a todos los donantes de sangre; y
2) en 1987 se prohibió la comercialización de sangre y sus derivados.

7.1      Trabajadoras del sexo comercial
El marco jurídico que rige sobre la práctica del sexo comercial varía entre las distintas entidades federativas. Mientras que algunas entidades como los estados de Guanajuato, Puebla y la Ciudad de México prohíben esta práctica, aplicando sanciones administrativas a quienes las cometan, otras entidades la permiten de una manera regulada. Sin embargo, ni la prohibición ni la regulación han demostrado ser medidas óptimas para evitar la transmisión del VIH. Mientras que la primera ha propiciado que la práctica del sexo comercial se dé en la clandestinidad, bajo condiciones insalubres y de difícil acceso a las autoridades para instrumentar medidas preventivas, la segunda ha propiciado la aparición de círculos de corrupción y la falsa percepción por parte de los consumidores del sexo comercial de que participan en una actividad segura.
Durante la segunda mitad de la década de los años ochenta CONASIDA, a través de sus Centros de Información y Detección de VIH, inició un proceso educacional con trabajadoras sexuales mediante el cual se promovía el uso de condón como mecanismo preventivo contra el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, los resultados de un estudio realizado en la Ciudad de México en 1992 con trabajadoras sexuales de diversas localidades (la calle, salones de masaje y bares) arrojan que solamente 40% de las participantes reportaron haber acudido a dichos centros. Un estudio más reciente publicado en 1995, señaló que 17.7% de un total de 2,727 trabajadoras del sexo comercial informaron que no utilizaban condón con sus clientes o los utilizaban sólo parte del tiempo. Las campañas de promoción de uso de condón, por parte de CENSIDA, otras dependencias de atención a la salud y organizaciones civiles han continuado hasta la fecha y pueden ser considerados como un factor contribuyente a la baja prevalencia de VIH entre este grupo.

8.         Prevención
8.1      El Reto de los Comportamientos de Riesgo
Las campañas llevadas a cabo como reacción inicial a la epidemia pusieron al condón en los medios y en las discusiones públicas. Las intenciones no siempre fructificaron, al verse obstaculizadas con las contra campañas implantadas por los sectores conservadores de la sociedad mexicana que veían en la promoción del condón un incentivo al inicio temprano de la vida sexual.
De esta forma, el condón se ha convertido en parte de la discusión cotidiana sobre prevención en México. No obstante, el resultado alcanzado por esta promoción no puede considerarse del todo exitosa: datos de encuestas señalan que únicamente alrededor de 30% de los jóvenes utiliza preservativo cuando inicia su vida sexual y menos de la mitad reporta haber utilizado condón en su última relación sexual. Es posible que este relativo fracaso, medido en términos del uso de condón, sea consecuencia de las campañas en contra, sumadas al escepticismo y problemas de acceso de los jóvenes para usar condón.
Por lo que se refiere a las actividades focalizadas de prevención, el modelo seguido en México fue concentrar las actividades con las trabajadoras sexuales, en la hipótesis de que frenar la epidemia en este grupo evitaría su propagación a la población general. Si bien la baja prevalencia de VIH entre este grupo puede considerarse un éxito estratégico, la prevención no ha sido totalmente exitosa: las prevalencias de otras ITS virales siguen siendo elevadas (VHS 2, VPH), lo que sugiere un bajo uso de condón.
Por otra parte, en el grupo en el que se concentra el mayor porcentaje de los casos, los hombres que tienen sexo con hombres, las estrategias de prevención no han conseguido el mismo tipo de resultados que en el caso de las TS. Puede ser que al ser una población de más difícil acceso en comparación con las TS, considerando que las TS son un grupo que es posible encontrar a un alto porcentaje en un número limitado de espacios geográficos, y los problemas políticos para llevar a cabo estrategias de prevención abiertas dirigidas a HSH han entorpecido la prevención entre ellos.
En ese sentido, puede considerarse que las estrategias de prevención del sistema de salud no han conseguido por completo implementar actividades de prevención fuera de las unidades médicas. Un paso en esa dirección es el importante proyecto de prevención enfocado a trabajadoras sexuales, hombres que tienen sexo con hombres y usuarios de drogas inyectables que, con financiamiento del Banco Mundial, está llevando a cabo CENSIDA.

8.2      Un marcador: infecciones de transmisión sexual (ITS)
De acuerdo con datos de la OMS, en 1999 en el mundo se reportaron 340 millones de casos nuevos de sífilis, gonorrea, clamidiasis y tricomoniasis en población de 15 a 49 años. De éstos, en Latinoamérica y el Caribe se registraron 11% o 38 millones de casos. Diferentes estudios han mostrado prevalencias altas de ciertas ITS (más de 50%) entre HSH y TS. Por otra parte, en México se presenta una de las tasas de cáncer cervical más altas en el mundo. El cáncer de cérvix ha sido recientemente catalogado como una infección de transmisión sexual al reconocerse que el principal factor de riesgo es la infección por el virus del papiloma humano (VPH). Un estudio poblacional desarrollado entre 1996 y 1999 en Morelos encontró una prevalencia de VPH de 16.7% entre mujeres menores de 25 años, 3.7% en el grupo de 35 a 44 años, y un incremento progresivo hasta 23% en mujeres de 65 años y más.

El virus del herpes simple tipo VHS-2 es otra de las infecciones de transmisión sexual del tipo viral y crónica que se ha observado como buen predictor de la infección por VIH, con evidencia de asociación estimada mediante razones de momios, de entre 4.0 y 7.9. Esta correlación se mantiene aún después de ajustar por otros factores de comportamiento sexual. Las tasas de infección por VHS-2 varían desde 50% entre trabajadoras sexuales, a entre 15 y 29% en hombres y mujeres de población general, respectivamente. Resultados preliminares de una encuesta en hogares pobres en localidades urbanas pequeñas en México han mostrado una prevalencia inusualmente alta de VHS-2 en adolescentes, lo que sugeriría una fuerte correlación de la infección con el nivel socioeconómico.
Al día de hoy no existe un marco claro para la atención de las ITS en México. Por un lado, el Programa de Acción establece la necesidad de reducir en 15% la prevalencia de ITS, con especial atención en la juventud, pero sin establecer el tipo de diagnóstico que se busca como indicador. Por otra parte, la Norma Oficial Mexicana para el manejo de ITS menciona que en las unidades de primer nivel se debe realizar diagnóstico sindrómico, mientras que las de segundo y tercer niveles lo deben hacer etiológico. No obstante, los formatos de reporte que deben llenar los médicos de las unidades de atención primaria refieren al agente etiológico y no permiten el reporte de casos sindrómicos.

8.4      Uso de condón: un reto vigente
El uso del condón como mecanismo de prevención ha sido desde el comienzo de la epidemia el eje de las campañas. Si bien los datos existentes sugieren que el uso de condón se ha incrementado a la par de las campañas de prevención, aún existe un alto porcentaje de relaciones sexuales no protegidas. En un estudio en la ciudad de México con hombres en relaciones no estables se encontró que en esta población, mayoritariamente joven (promedio de edad de 27 años), únicamente 42% utilizó condón en su última relación y de hecho más de 40% dijeron no usarlo nunca.
De acuerdo con un estudio llevado a cabo en dos estados del país, el uso del condón entre los HSH oscila alrededor de 80%, bajando significativamente para las parejas estables, con las cuales sólo 64% reporta haber usado condón durante la última relación sexual. Estos porcentajes varían por grupo de edad:
§  de casi 90% para el grupo de 14 a 18 años,
§  a menos de 50% para los de 30 a 39 años.
Por otra parte, en lo que se refiere a la frecuencia reportada de uso de condón por tipo de relación, el porcentaje de los que reportan un uso consistente se encuentra alrededor de 50%. Como en el caso anterior, los porcentajes de uso más bajo suelen reportarse para las parejas estables, con quienes en promedio 20% reporta no usar nunca condón, lo cual ocurre sólo en 4% de los que reportan parejas comerciales a las que les pagan.
Con relación a los jóvenes, en una encuesta llevada a cabo entre 1995 y 1996 en Guadalajara se encontró un uso consistente de condón ("siempre") en únicamente 35.4% de los hombres y 8.4% de las mujeres. Otro estudio, llevado a cabo en 1998, entre adolescentes trabajadores de hoteles en Puerto Vallarta, Jalisco, de los cuales 77% reportaron usar condón nunca o raramente. En ese estudio, 17.9% de los entrevistados reportaron comportamientos bisexuales u homosexuales. La Encuesta Nacional de Juventud 2000 reportó que alrededor de 50% de los jóvenes sabían que usar condón ayudaba a prevenir el VIH/ITS, y un porcentaje similar de los sexualmente activos manifestó usarlo en sus relaciones. Los datos de la Encuesta Nacional de Salud mostraron que los jóvenes mexicanos usaban en baja proporción, 27%, el condón como método anticonceptivo. El estudio de vigilancia de comportamientos mencionado antes, llevado a cabo en el 2001, con relación a la población de entre 15 y 24 años mostró uso de condón en la última relación de alrededor de 50%, siendo mayor en el grupo de 15 a 19 en comparación con el de 20 a 24. En cuanto al nivel de consistencia, en todos los casos (grupos de edad y sexo) menos de 40% reportó usar condón siempre, y el porcentaje de nunca llegó a cerca de 50% para mujeres de entre 20 a 24 años.
Un estudio similar llevado a cabo con TS mostró alrededor de 80% de uso de condón para la última relación sexual, si bien este porcentaje varía por grupo de edad. No obstante, hasta los 34 años se mantiene alrededor de 80%, y comienza a bajar más significativamente a partir de los 35 años. Por lo que se refiere a la consistencia en el uso del condón, únicamente 62% de las TS reportaron usar siempre condón con los clientes, siendo este porcentaje bastante estable por grupo de edad. Más preocupante es el alto porcentaje de las que reportan un uso ocasional o nunca de condón, que llega hasta alrededor de 35% para las TS de más de 45 años, y es mayor a 10% en todos los grupos de edad.
En el caso de los UDIs, el mismo estudio mostró uso de condón en la última relación sexual de 45% para mujeres y 30% para hombres. Si consideramos a aquellos que afirmaron no haber utilizado condón en la última relación sexual con alguno de los tipos de pareja del último año, tenemos que éste fue el caso de 55% de las mujeres y de 71.5% de los hombres, siendo mayor el porcentaje entre los de mayor edad, sobre todo en las mujeres donde el grupo de 25 años y más duplica al grupo menor a 25 años en falta de uso de condón.

9.         Atención y Tratamiento:
9.1      Cobertura, Metas y Normas Terapéuticas
Hasta el advenimiento del SIDA, nunca antes se había invertido tanto en el estudio y la investigación de una enfermedad.  En la historia de la terapia antirretroviral (TAR) poco después de su uso, se observó que el tratamiento con zidovudina (ZDV) y didanosina (DDI) en monoterapia fracasaron. Posteriormente se inició la terapia combinada, que se basaba en el uso dual de análogos de nucleósidos. En ese entonces, los marcadores de pronóstico y de progresión de la enfermedad eran el conteo de linfocitos CD4 y las enfermedades oportunistas, con base en ellos se ajustaba la TAR. Sin embargo, a pesar de este ajuste, la TAR era sólo parcialmente efectiva dado que se seguía observando un incremento en el número de pacientes infectados que evolucionaban a SIDA, así como en el número de muertes atribuibles a la infección por VIH.
La combinación actual de los diversos fármacos surgió a la vez que se conocía más sobre fisiopatogenia de la replicación viral y de la progresión de la enfermedad. De acuerdo con Science el avance médico del año 1996, fue el uso de nuevas drogas contra la infección por VIH-1. Entre 1995 y 1997 se llevaron a cabo diversos estudios multicéntricos en donde se demostró la eficiencia clínica y de laboratorio de la combinación de un esquema triple (dos análogos de nucleósidos más un inhibidor de proteasa), la cual disminuía de manera considerable la morbilidad y mortalidad en las personas viviendo con el VIH en terapia dual o en monoterapia con un inhibidor de proteasa y fue en ese año cuando se acuñó el término de terapia antirretroviral de alta efectividad (TARAE).
Con el desarrollo de los inhibidores de la transcriptasa reversa no nucleósidos (ITRNN) se crearon otras terapias combinatorias triples, dos inhibidores de la transcriptasa reversa análogos de nucleósidos (ITRAN) y un ITRNN, que han demostrado ser muy eficientes en la supresión de la replicación del VIH-1. Los ITRNN son drogas que favorecen la desnaturalización de la transcriptasa inversa y con ello se da una inhibición de su actividad.
El monitoreo de la resistencia ha sido de gran utilidad y se ha convertido en parte del manejo de la infección. En México se han presentado datos que sugieren que la resistencia es frecuente. Actualmente se realizan estudios de resistencia fenotípica y genotípica, los cuales ayudan a predecir cuáles drogas tienen probabilidad de actividad contra VIH-1. En la resistencia fenotípica se mide la susceptibilidad de la droga de manera directa mientras que los estudios genotípicos identifican mutaciones en el VIH-1 que favorecen los cambios fenotípicos.

9.2      Experiencia nacional
Como se ha señalado, los primeros enfermos de SIDA en México se diagnosticaron y atendieron en hospitales de la Secretaría de Salud. Desde 1983 hasta 1996, la atención se concentró en hospitales de tercer nivel. En el IMSS a partir de 1986 se instrumentaron módulos de detección de VIH en todo el sistema; el ISSSTE inició la organización de clínicas de SIDA en 1984 en hospitales regionales y generales y en 1989 se iniciaron las clínicas de atención en las delegaciones regionales y hasta 1990 el tratamiento se limitaba al rubro de infecciones oportunistas y neoplasias; a pesar de que el AZT se utilizó en algunos países desde 1987, se tuvo disponible en México hasta 1991. De 1992 a 1996, se adquirió tratamiento antirretroviral que gradualmente estuvo disponible en todo el país. Sin embargo, hasta entonces no modificaba sustancialmente la evolución de la enfermedad.
A partir de la mitad de los años noventa, México desarrolló una aprobación expedita para las drogas para el tratamiento de la infección por VIH/SIDA. Desde entonces, este programa ha reducido el tiempo que se requiere para aprobar el tratamiento en el país, de cuatro años a cuatro semanas.
La eficacia de los tratamientos triples generó una gran movilización de las comunidades afectadas para exigir estos medicamentos, y fue en parte debido a la presión de los activistas, que se tomaron otras medidas adicionales a las ya existentes.
La disponibilidad de medicamentos para el tratamiento del SIDA en instituciones de seguridad social marcó una profunda desigualdad para 48% de las personas con VIH/SIDA sin acceso a estas instituciones. Para el final de 1997 se estimó que el número de pacientes con la infección y que no tenían acceso al tratamiento eran cerca de 6,000.
Para dar solución a esta situación, la UNAM propuso la creación de un fideicomiso (FONSIDA) representado por miembros de la comunidad, científicos y personas que viven con VIH/SIDA, con la finalidad de recaudar fondos y distribuir antirretrovirales a los hospitales de la Secretaría de Salud, para los pacientes sin recursos económicos y sin seguridad social o privada. Con la creación de FONSIDA entre otros logros, se encuentran que se estableció un programa estatal dedicado a la prevención y atención de enfermos con VIH/SIDA y ETS; se creó un servicio especializado para la atención integral de las personas con VIH/SIDA en una unidad hospitalaria del sector salud certificada por CONASIDA y se logró el compromiso estatal de aportar recursos económicos por 20% de los costos de tratamiento que recibiera. Inicialmente FONSIDA ofreció tratamiento a mujeres embarazadas infectadas y a menores de 18 años. En un año y medio de operación sólo se habían capturado 164 pacientes en el programa, por lo que se desarrolló un programa de atención dirigido a los médicos responsables de la atención de estos pacientes. FONSIDA cesó sus operaciones en 2000 cuando una nueva administración decidió incorporar el gasto del tratamiento antirretroviral como parte de los gastos de la Secretaría de Salud.
La sobrevida de los pacientes es uno de los mejores indicadores de la calidad de la atención médica. La ecuación sigue siendo simple: a mejor calidad de atención, mayor sobrevida. En un estudio realizado en México se ha demostrado que el contar con una clínica para el tratamiento de pacientes con SIDA, atendida por infectólogos con experiencia en el manejo de estos pacientes, es probablemente la responsable del éxito y también se arguye que el hecho de mantener a un buen número de pacientes en protocolos de investigación clínica favorece la identificación y el tratamiento oportuno de complicaciones.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha realizado esfuerzos para que el paciente con infección por VIH/SIDA pueda ser recibido en todas las unidades médicas de la institución y que todo el personal de salud pueda participar en su atención. Desde 1994 el IMSS integró guías clínicas para orientar el proceso diagnóstico-terapéutico en las que se establecen en un formato flexible lineamientos para el empleo de antirretrovirales, quimioprofilaxis e inmunizaciones, así como para la atención de las complicaciones asociadas a la infección, las cuales permiten orientar todo el proceso institucional.
La disponibilidad de drogas antirretrovirales en México ha disminuido la mortalidad asociada a SIDA: entre hombres de 25 a 34 años pasó de 20.5 por 100,000 en 1996 a 16.7 por 100,000 en 1999. En el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) la calidad de vida de las personas viviendo con VIH/SIDA atendidas se ha mejorado sustancialmente, la prevalencia de condiciones definitorias de SIDA ha cambiado en los últimos años y el aumento en la sobrevida está relacionado con intervenciones múltiples en el manejo médico, especialmente en el diagnóstico temprano, la introducción de antirretrovirales y la profilaxis antimicrobiana para infecciones oportunistas.

9.3      Cobertura
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, entre el año 2001 y el año 2003, el presupuesto destinado a la compra de medicamentos antirretrovirales por parte de esa dependencia se incrementó de 30 millones de pesos a 367 millones, lo que permitió ofrecer tratamiento a 12 mil personas viviendo con el virus. De esta forma, en el mismo periodo la cobertura con medicamentos antirretrovirales pasó de 85% a cerca de 100%.

9.4      La Asignación de Recursos
El gasto en salud, tanto en atención como en prevención, es uno de los rubros que demandan recursos crecientes de las sociedades. Aun considerando el aspecto de inversión de la salud, los recursos que deben movilizarse para la provisión de servicios preventivos y curativos de salud compiten con otros usos potenciales.
Dentro de la bolsa de los recursos para la salud que ascendió a aproximadamente 300 mil millones de pesos en el año 2002, o 5.7% del producto interno bruto, los recursos destinados a los distintos problemas de salud deben competir no siempre bajo reglas equitativas. Asimismo, debe considerarse que del total de recursos que se destinan para la salud en México, 57% es gasto privado.
El presupuesto destinado a la prevención y atención del VIH/SIDA en México no es necesariamente representativo de la magnitud relativa de su peso en cuanto a problema de salud. Ello también es consecuencia de que la atención del VIH/SIDA requiere del uso de medicamentos antirretrovirales, los cuales a pesar de las diversas negociaciones siguen siendo comparativamente costosos.

9.5      Cuentas nacionales de VIH/SIDA
Desde 1999 se han llevado a cabo estimaciones de flujos de recursos totales que se utilizan en el país para la atención y prevención de VIH/SIDA. Los datos más recientes corresponden a las estimaciones preliminares para el año 2002. De acuerdo con estas cifras, durante el 2002, el gasto en VIH/SIDA ascendió a 2,200 millones de pesos, o 0.04% del PIB. Esta cifra, equivalente a 0.74% del gasto total en salud, se financió con 68% de recursos públicos, entre federales, estatales y de la seguridad social.
Comparativamente, en 1999, el gasto en VIH/SIDA representó 0.55% del gasto nacional en salud, y 0.68% para el año 2000. Estas cifras reflejan la creciente notoriedad de la epidemia a la vez que el importante crecimiento en la cobertura de atención con antirretrovirales, lo que se confirma al analizar la composición del gasto: si para 1998 38% del gasto total se destinaba a prevención, este porcentaje cae a 24.4% en el año 2000. Simultáneamente, dentro de los gastos destinados a atención personal, es decir, servicios médicos, el porcentaje destinado a medicamentos antirretrovirales creció en el mismo periodo de 48 a 72%.
En términos absolutos, el gasto en VIH/SIDA se ha incrementado de manera significativa a través del tiempo: en 1997 ascendió a 89.8 millones de dólares, mientras que para el año 2000 dicho gasto fue de 179.7 millones de dólares, lo que significa un incremento de poco más de 100% en el periodo.
Comparativamente, en América Latina la mayoría de los países destina menos de 30% del gasto total en VIH/SIDA a prevención y salud pública. Aunque hay países que destinan más de 60%, como es el caso de Bolivia y Nicaragua, países con una baja cobertura de medicamentos antirretrovirales.
Los conceptos que están bajo el rubro de prevención son gasto en condones, tratamiento de (infecciones de transmisión sexual (ITSs), prevención perinatal, jeringas y bancos de sangre. Los gastos que están bajo el rubro de salud pública son vigilancia epidemiológica e información, educación y comunicación. De los 44 millones de USD gastados en el año 2000 en salud pública y prevención, 38.8% correspondió a compra de condones, 30% a tratamiento de ITSs, 23.6% a bancos de sangrey 7.6% al resto de los rubros en salud pública y prevención.
En un país como México donde la epidemia de VIH/SIDA se considera como concentrada principalmente en hombres que tienen sexo con hombres, las acciones dirigidas a población clave como ésta, con alto riesgo de adquirir VIH, son las políticas más eficientes para el combate contra la epidemia. Sin embargo, a pesar de que la proporción de recursos dirigidos a salud pública y prevención es baja, resultados de las cuentas nacionales en salud indican que sólo 13% del gasto en prevención se encuentra dirigido a la población considerada con alta exposición a riesgo y elevado potencial epidémico.
La fuente de financiamiento más importante para VIH/SIDA en México es el sector público. En el año 2000 el gasto público representó 90.2% del gasto total en VIH/SIDA, mientras que el privado fue de 9.5% y el externo de apenas 0.3%. Del total del gasto público, 82.4% lo ejerció la seguridad social y el restante 17.6% lo ejerció la Secretaría de Salud. Del total del gasto privado, 94% corrió a cargo de los hogares y fue principalmente gasto de bolsillo; el restante 6% fue gasto de ONGs.
En el contexto de un nivel de cobertura reducida de la seguridad social, como es el caso de México donde sólo 40.1% de la población tiene derechohabiencia a alguna institución de seguridad social y la elevada participación de la seguridad social en el gasto en VIH/SIDA sugieren un sistema de salud que segmenta el acceso a servicios por condición de empleo que puede ser visto como un tipo de inequidad.

10.      Discusión
Con una rápida respuesta inicial ante la emergencia de la epidemia, la acción del sistema de salud contribuyó a mantenerla limitada a ciertos grupos de la población. No obstante, este éxito inicial no puede considerarse como una garantía de que la población general está protegida hacia el futuro. Las prácticas sexuales de riesgo se mantienen elevadas, como lo muestran los datos existentes sobre uso de condón y las prevalencias elevadas de otras infecciones de transmisión sexual, tanto en los tradicionalmente considerados grupos con prácticas de riesgo, como entre otras poblaciones vulnerables como los jóvenes.
Un grupo que requiere de mayor atención del sistema es el de los HSH, que por una combinación entre dificultad de acceso y resistencias de grupos conservadores no ha recibido la atención necesaria por parte del sector salud en lo que a intervenciones de prevención se refiere. Si bien hasta el momento la epidemia entre los HSH no se ha trasladado a población general, es posible que esto sea debido a circunstancias que podrían estar cambiando: por un lado, la falta de una población puente, es decir, que esté en contacto tanto con HSH como con población general, que podría estarse modificando de acuerdo con los datos que reportan que hasta 4% de los adolescentes manifiestan actividad HSH.
Adicionalmente, un factor que pudiera haber ayudado a evitar más infecciones entre los jóvenes es el relativamente tardío inicio de vida sexual, que de acuerdo con las encuestas en México es de alrededor de los 20 años, pero que lleva una tendencia a la baja.
En lo que se refiere a la atención, la cobertura universal ofrecida se enfrenta al reto de reconocer que atención es mucho más que solamente provisión de medicamentos antirretrovirales. De esta forma, el reto central del sistema, una vez alcanzada la cobertura universal, es ofrecer atención de calidad, con un monitoreo adecuado y promoción de la adhesión, y de esta forma proveer de un tratamiento efectivo. Se sabe ya que pequeñas fallas en la adhesión tienen consecuencias importantes en la efectividad del tratamiento, y que una tardía detección de resistencia disminuye las probabilidades de éxito de la terapia de segunda línea. Los problemas de resistencia podrían ocasionar una escalada en la necesidad de recursos para atención que pongan en peligro la universalidad de la cobertura.
A pesar de los esfuerzos llevados a cabo, aún falta mucho por hacer y mantener, especialmente el no dejar que la conversión de ideas a logros sea lenta y desorganizada, hace falta mantenerla activa con el esfuerzo de cada día. La única conclusión posible de esta recopilación de eventos es que se puede hacer frente a la pandemia, sin embargo, para los próximos años será fundamental favorecer una mejor interacción gubernamental de las instituciones de salud pública, especialmente de sus médicos, enfermeras y trabajadores de salud, de la sociedad civil, de ONGs, de los enfermos, de la educación médica continua y finalmente de todo aquel que con organización se comprometa.
A 20 años de la epidemia, la respuesta rápida y efectiva del sistema de salud y de la sociedad civil mexicana requiere renovarse y adaptarse a los cambiantes retos de la epidemia.

11.      El estigma asociado al VIH/SIDA
11.1    El Carácter Estigmatizador
El síndrome de inmunodeficiencia adquirida es el último estadio de la enfermedad, producida
por el VIH, virus de Inmunodeficiencia Humana, y aquel que lo ha contraído es un portador o seropositivo. No un enfermo, puesto que aún no padece enfermedad alguna, sin embargo, tanto portadores de VIH como enfermos utilizan repetidamente la idea de estar enfermos siendo sólo portadores asintomáticos.
En la actualidad,  la información  difundida  acerca de la enfermedad es otra, pues la posibilidad de contagiarse existe. Se ha creado una incertidumbre tal que el miedo crece junto con el rechazo y la insolidaridad. “Basta ver una enfermedad cualquiera como un misterio, y temerla intensamente, para que se vuelva moralmente, si no literalmente, contagiosa”
Se ha mantenido la representación social de la enfermedad que se fue construyendo  desde un principio: SIDA=muerte, había surgido entonces como una idea fija, como una sentencia lapidaria que se tenía que cumplir. En la actualidad es la idea que prima en el sentido común de la población y la asociación sigue teniendo la misma connotación que entonces.
No se teme a la seropositividad, ya que esta es una fase de la enferme- dad que cursa de manera asintomática. Se teme a su desenvolvimiento, se teme tener el SIDA,  porque esto significa estar ante la posibilidad de desarrollar las llamadas “enfermedades oportunistas”, que aparecen cuando el sistema inmunológico  está deprimido, deteriorando  cada vez más al organismo y haciéndolo más susceptible de enfermar. Se teme al dolor y al sufrimiento y, todavía más, se teme a la muerte, a dejar de ser:
Existe una representación social de la enfermedad que es parte de un hecho comprobable, la del deterioro físico que sufre una persona enferma, pero también esta imagen ha sido manipuladen sentido negativo por algunos medios de comunicación que presentan un tipo de información amarillista con respecto al tema; han muerto de sida  miles de personas de todos los países del mundo, de todas las religiones, de todas las posiciones sociales; pero destacan aquellos cuyo talento ha dejado huella en la memoria de los hombres y a quienes se les recuerda por su nombre y por la enfermedad que padecieron antes de morir, entre ellos están Rock Hudson, Michel Foucault, Nureyeb, Freddie Mercury, CristopheGillis, etc. La enfermedad del sidtiene en la actualidad una representación social, que se ha ido construyendo a partir de su aparición; se asocia e identifica con características físicas peculiares, como la delgadez del cuerpo y de la cara, la palidez, la presencia de verrugas, el cansancio, el aparente envejecimiento prematuro o deterioro físico, diarreas continuas, altas temperaturas, enfermedades respiratorias y problemas de la piel. En Uganda se le conoce como la enfermedad de la delgadez “Slim”, y, en efecto, estas características aparentemente distintivas van conformando la representación social del SIDA.
Discriminación: es importante hacer hincapié en que las expresiones de estereotipos, imágenes, prejuicios, discriminación y valorización son actitudes reflejo de la forma en que un sujeto o grupo social piensa con respecto a otro u otros. Son comportamientos que se asumen desde una posición de superioridad, en la que el otro u otros son calificados como inferiores. Son actitudes claras o encubiertas, pero están presentes en la mayoría de los sujetos. El problema es identificarlas para tratar de eliminarlas y desterrarlas, no sólo de nuestras actitudes, sino también de nuestro lenguaje y cultura.
Un estudio realizado en Madrid por el Cemira (Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo) [Calvo Buezas, 2001] tuvo las siguientes conclusiones:
1.        Gitanos y moros/árabes: los dos grupos de mayor fobia expulsatoria.
2.        Negros, asiáticos, judíos, indios segundo grupo de deportados imaginarios por limpieza étnica.
3.    Estadounidenses y portugueses una muestra sana de malsana fobia nacionalista.
4.        Latinoamericanos “blanquitos”, europeos y blancos como siempre, por ser de los “nuestros”, los menos rechazados.
En México es común asignar a Estados Unidos el calificativo de racista, sin embargo no se reconoce que México es un país donde existen también actitudes racistas, discriminatorias y xenófobas. Hace falta realizar trabajo que recupere información acerca de los distintos tipos de discriminación: de género, étnica, religiosa, social, profesional, por tipo de enfermedad y por edad.
A estos tipos de discriminación se suman otras que se van generando en la dinámica de crecimiento poblacional y migratorio. Se discrimina al pobre, al viejo, al enfermo, al indígena, al técnico, a la secretaria, al sudamericano. ¿Racismo en México?, pues sí, racismo, de forma velada y de manera explícita. Al suponer que por tener más clara la piel se es superior a otro; por suponer que por tener un grado académico se pertenece a un estrato social distinto al de los demás; al considerar el mestizo como inferior al indígena; al considerar el médico como inferiores al personal de enfermería, auxiliares de salud o administrativos.
En el ámbito de la salud se mantienen las mismas actitudes, encubiertas o disfrazadas; intencionales o sin darse cuenta, pero siempre están presentes. “La enfermedad del SIDA ha sacado lo mejor y lo peor de cada uno”. Es una reflexión de un enfermo seropositivo del desaparecido colectivo Ciempiés en Madrid.
Esta enfermedad revela aspectos éticos que se inician desde las formas en que se contagia la enfermedad, cómo se le trata, la segregación que sufre el enfermo aun dentro de los espacios hospitalarios y familiares, es despedido por parte de los empleadores de servicios al enterarse de que un trabajador es seropositivo, la violación del derecho a la confidencialidad de los datos del afectado. Existen dilemas asociados a la atención, tratamiento y diagnóstico del paciente con VIH/SIDA, que a más de 25 años del comienzo de la enfermedad en México aún no han sido resueltos.
11.2    El caso de los prestadores de servicios de salud en México
En México se han explorado poco las percepciones que los proveedores de servicios de salud tienen de los grupos históricamente estigmatizados y relacionados con la transmisión de la infección por el VIH, como son las personas que realizan trabajo sexual (TS), los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) y los consumidores de drogas intravenosas (CDIV). Asimismo, no existen estudios en el campo de la salud pública en México que analicen los procesos de interacción entre los proveedores de servicios de salud y las personas que viven con el VIH/SIDA (PVVS) cuando éstas acuden a solicitar servicios de salud. En este punto, el análisis y la comprensión de prácticas concretas es crucial si se considera que el sistema de atención mexicano tiene un sólido sustento en las capacidades que los proveedores de servicios despliegan en el proceso de atención
Esta investigación parte del planteamiento de que la coexistencia de información médica "científica" con los mitos y creencias vinculados con el VIH/SIDA se manifiestan en prácticas estigmatizadoras y discriminatorias dirigidas a aquellas personas infectadas por el virus y los "sospechosos" de estarlo; y estas prácticas, a su vez, influyen en dicha coexistencia. En tales casos, el efecto negativo del estigma y la discriminación de personas que viven con VIH se refleja en los obstáculos para la utilización de servicios de salud, para el acceso a tratamientos de enfermedades oportunistas y terapéuticas antirretrovirales, así como para el acceso a información para la prevención.

12.      Discriminación en  el Municipio de Campeche
12.1    La identificación de los pacientes durante el ingreso y la atención
En casos de crisis graves de salud, cuando los pacientes con VIH acuden a los hospitales en específico a los del municipio de Campeche, ingresan en su mayoría a través del servicio de urgencias y, en ocasiones, de la consulta externa. Es en este contexto en el que, según testimonios de entrevistas anónimas, inician un verdadero clavario ya que tienen lugar la mayor parte de las experiencias de discriminación y rechazo a personas que viven con el VIH: dicen: "Pueden llegar por medicina interna, consulta o directamente aquí a urgencias. Esta entrada del hospital (urgencias) es tortuosa, larga y peligrosa".
Esto puede explicarse por la manera en que están estructurados los servicios de urgencias y la forma de proporcionar atención a los pacientes que tienen una enfermedad o lesión que pone en peligro la vida y necesitan atención médica inmediata. Sin embargo, algunos proveedores de servicios no conciben la atención a las personas que viven con VIH como una urgencia, ya que no forma parte del esquema médico y social del cuidado para una vida recuperable o salvable. Cuando un paciente con VIH ingresa al servicio de urgencias aparece la relación en la que se liga de modo estrecho el VIH/SIDA con la muerte: comenta un médico de un hospital conocido de la ciudad "Hemos recibido noticias que en urgencias no reciben a los pacientes porque tienen VIH, y esa idea de que 'Vas a morir; ya para qué vienes', o que te atiendan en el CAPASITS.
Algunos proveedores de servicios, trabajadores de la salud construyen sus propias categorías de las personas que viven con VIH y jerarquizan a los pacientes en salvables o recuperables y los diferencian de los desahuciados; en consecuencia, por estos últimos no vale la pena exponerse: nos dice "Como me dijo un cirujano: 'No hay necesidad de exponerse a un riesgo de infección operando a pacientes con VIH/SIDA que finalmente morirán'".
El estigma hacia los pacientes con VIH dentro de los servicios de atención comienza con la identificación de los pacientes y lamentablemente ello determina el trato diferenciado. Dentro de las instituciones, todos los pacientes disponen de una tarjeta de identificación y citas y un expediente clínico. En el caso de las personas que viven con VIH, estos dos instrumentos de seguimiento clínico están marcados con una señal que los identifica como positivos al VIH. Estas prácticas institucionalizan el estigma vinculado con el VIH/SIDA. Algunas enfermeras informan de manera anónima que al enterarse en su expediente que es portador, corren la voz y tratan de tener el menor contacto posible con el paciente.

12.2    Falta de conocimientos y credibilidad
Algunos de los prestadores de servicios del municipio y del resto del país no distinguen la diferencia conceptual y clínica entre "ser positivo al virus" y "padecer el síndrome". Este desconocimiento y el nexo del SIDA con una muerte inminente incrementan y enfatizan las conductas discriminatorias infligidas a los pacientes con VIH.
Un ejemplo de que nos hablaron: "Va para allá un paciente (a la UNEME CAPASIT)  que está en etapa terminal". Y yo me pregunto: "¿Qué entiende esta persona por etapa terminal?" Sabemos bien que el tratamiento puede revertir a la persona a una etapa asintomática. Pero fue una enfermera que dijo: "Es una enfermedad terminal".

12.3    Paradigmas médicos: "grupos de riesgo" y prueba de detección
Para analizar una de las formas en que el proveedor de servicios de salud en Campeche mira a una persona que vive con VIH que busca atención médica es necesario revisar el desarrollo del significado del concepto grupos de riesgo.
Esta noción guio la investigación y la práctica médica al comienzo de la epidemia cuando se detectaron los primeros casos de enfermedades atípicas en personas de raza negra y hombres que tenían sexo con otros hombres. El concepto paradigmático de grupo de riesgo provocó entonces mayor estigmatización y discriminación en grupos que históricamente ya estaban señalados y segregados. Una vez conocido el virus que causaba la enfermedad y sus formas de transmisión, y gracias a la movilización de organismos y personas de la sociedad civil comprometidos con los grupos segregados, la noción cambió a comportamientos de riesgo. En la actualidad, las ciencias sociales han propuesto los conceptos de contextos sociales que determinan el riesgo, su producción y reproducción, y la vulnerabilidad como una herramienta analítica que permite conocer e introducir la noción de equidad entre grupos sociales diferenciados.
Sin embargo, la noción de grupo de riesgo persiste en nuestro Estado en la práctica clínica. En ella se establece un vínculo entre la solicitud, por parte del paciente, de la prueba diagnóstica y la pertenencia a un grupo de riesgo. Además, existe un sistema clasificatorio para los enfermos de acuerdo con sus características físicas o de comportamiento, casi siempre ligadas a grupos de prácticas sexuales no aceptadas por la norma social hegemónica. Por ejemplo, señalan que la homosexualidad es la causa número uno del VIH/SIDA en México y el Estado de Campeche y un porcentaje aseguró que la prueba debía ser obligatoria para los hombres que tienen sexo con otros hombres. Respecto de las personas que realizan trabajo sexual, opina que deberían realizarse la prueba de manera obligatoria y aprueba la prohibición de la prostitución como forma de prevenir la infección por el VIH. La obligatoriedad de la prueba se extiende a todos los médicos (60%), mientras que 55% señaló que debería extenderse a todos.
En los hospitales conocidos en el municipio se clasifica a los pacientes de acuerdo con su aspecto físico, "prácticas de riesgo" o pertenencia a "grupos de riesgo". Ello determina la realización de la prueba de detección: "Les piden la prueba si traen tatuajes, llegó alcoholizado, es homosexual o que tienen antecedentes de ser drogadictos intravenosos. O sea, como que ya se buscan ciertos factores".
La prueba de detección de VIH se lleva a cabo, en ocasiones, sin el consentimiento del paciente sólo por considerarlo dentro de algún grupo de riesgo: "Son canalizados por la consulta a urgencias, antes no se hacía eso, pero ahora de rutina se les hace. En una época tenían que pedir permiso al paciente para que se hiciera su determinación de VIH y ahora ya es de rutina".
La prueba se convierte en un criterio para decidir si se le suministra atención o no a una persona, aun en situaciones de urgencia. Deja de ser un instrumento de diagnóstico y se convierte en un elemento discriminatorio para el acceso a la atención. "Si le vieron con un tatuaje, alcoholizado o es homosexual y necesita alguna cirugía de urgencia, entonces a fuerza quieren tener el resultado para decidir si lo operan o no".
La confidencialidad del diagnóstico es otro aspecto controversial: por un lado, señalan que se debe mantener la confidencialidad de los resultados de la prueba diagnóstica; cuando se preguntó si los jefes o administradores de una empresa tenían derecho a conocer la condición serológica de sus empleados, un porcentaje estuvo de acuerdo en violar la confidencialidad de las personas cuando se les preguntó por un caso concreto y alejado de la práctica médica y su discurso oficial.

12.4    El Aislamiento y las Precauciones Universales: ¿para quién?
En todos los hospitales observados, las personas que viven con el VIH con crisis de salud atendidas en urgencias y medicina interna se llevan a sitios apartados. A este lugar se lo conoce como "Aislados". La lógica que guía esta práctica institucional es ambigua: "Por un lado hay toda una idea de proteger al enfermo, pero por otro lado, si uno va a 'Aislados', más bien son cuartos privados. No hay ni medidas especiales de protección. Tienen la entrada abierta, puedes entrar y salir ni el personal de limpieza quieren hacer el aseo".
Los proveedores de servicios de salud emitieron diversas opiniones sobre el concepto de aislamiento. Algunos lo definen como una forma de proteger al paciente, pero refieren que el hospital no cuenta con la capacidad estructural para alojar cuartos aislados. Otros aseguran que se trata de una forma de segregación. "'Aislados' aquí es para protección del personal".
De igual manera, "Puede verse 'Aislados' como con esa visión de proteger, pero también, las líneas divisorias, casi invisibles que te llevan hasta el otro extremo de segregación".
Los médicos que atienden las clínicas especializados en VIH están en desacuerdo con el aislamiento, ya que este mecanismo permite incurrir en acciones discriminatorias en el ámbito hospitalario: los sujetos no reciben el seguimiento adecuado, los médicos del hospital no hacen sus "rondas" y el personal de nutrición e intendencia sólo los visita "desde afuera, así de lejecitos".
Entre el personal de salud no existe uniformidad en los criterios sobre la función del aislamiento. unos considera que el aislamiento se establece para proteger a otros enfermos de los pacientes con VIH, otros para cuidar a los propios pacientes con VIH y unos más cree que es una medida para la protección del personal de salud debido al alto riesgo de infección.

12.5    El trato diferencial y las percepciones sobre personas que viven con VIH
En general, los proveedores de servicios de salud clasifican a las personas que viven con VIH-SIDA (PVVS) en víctimas y culpables. Entre 70 y 80%  considera que hay algunas PVVS culpables de su condición, dentro de las que se incluye a los hombres sexo con hombres (HSH), personas en trabajo sexual (TS) y consumidores de drogas intravenosas (CDIV).
Quizá al usuario de drogas lo ven como una persona que cayó en la drogadicción y tratan de ayudarlo, pero finalmente también puede estar infectado. A las sexoservidoras pues también les dan atención sin tomar en cuenta que pueden estar infectadas. El estigma es mayor hacia el hombre que tiene sexo con otros hombres".
El personal de salud considera que son víctimas las personas infectadas por prácticas o razones que no pudieron controlar, como es el caso de las amas de casa, infectadas por sus esposos bisexuales o "promiscuos", los niños infectados por vía perinatal, y los infectados por una transfusión de sangre contaminada.
Algunos prestadores de servicios de salud desconocen las funciones de la clínica de retrovirales, los procedimientos de atención y el tratamiento para las personas con VIH. Los médicos familiares trasladan a los pacientes que presentan cualquier padecimiento a las clínicas especializadas, aun cuando se trate de problemas comunes: "los médicos familiares ya no quieren interactuar; ellos, o bien los mismos compañeros internistas o de otras especialidades, no quieren atenderlos".
Algunos médicos refieren que existe un retraso intencionado de las citas de las personas con VIH, en particular en cirugía y atención bucodental. El diferimiento de citas y la negación constante de la atención demuestran la existencia de un trato discriminatorio entre un paciente cualquiera y uno con VIH. Un médico especialista en VIH/SIDA comenta: "Se da un deambular de las personas con VIH por todo el sistema y por los distintos niveles de atención, en donde los médicos no están capacitados y además no desean atenderlas".
El estigma que acompaña al VIH/SIDA se extiende hacia las personas cercanas a las personas que viven con VIH, e incluso a los prestadores de servicios que los atienden.
Sin embargo, el estigma vinculado con el VIH/SIDA tiene características peculiares, ya que a pesar de enmascararse en la incapacidad de los servicios y sistemas de salud para responder a las necesidades de todos sus usuarios, las personas que viven con VIH sufren una violencia constante y específica durante la búsqueda y tránsito por el sistema de atención que incluye el señalamiento público de su padecimiento por medio de las cartillas, negación de la atención, posposición de citas, aislamiento, pruebas de detección forzosas, violaciones a la confidencialidad de su diagnóstico, maltrato y mala aplicación de esquemas antirretrovirales.
El contexto de mayor violencia para los pacientes con VIH/SIDA se observa en los servicios de urgencias y cirugía, lo que demuestra que es más peligroso para un paciente con VIH ingresar a los hospitales desde estas áreas que hacerlo por el lado de las clínicas especializadas. Se podría pensar que esto se debe a que en los departamentos de urgencias y cirugías hay un mayor número de intervenciones invasivas, ya que diversos estudios señalan que las actitudes negativas se observan en aquellos proveedores de servicios de salud que realizan con mayor frecuencia este tipo de intervenciones relacionadas con el temor al "contagio" de una enfermedad incurable y el alto riesgo de infección que perciben. Sin embargo, en estas áreas hospitalarias también entran en juego las ideas preexistentes del personal de salud, por lo general desligadas de los avances científicos en el área o que tienen un alto grado de incredulidad hacia éstos, además de haber un silencioso debate ético acerca de la existencia de personas culpables e inocentes en la transmisión de la infección.
Las actitudes y opiniones estigmatizadoras recogidas de los testimonios de los proveedores de servicios entrevistados pueden entenderse si se considera que el SIDA se percibe como una enfermedad resultado de acciones y comportamientos individuales y autónomos, en los cuales las PVVS son responsables de su infección. Esto lleva a formular una respuesta moralista sobre los comportamientos de HSH, personas en TS, CDIV y uso o no del condón. Se consolida así la creación de jerarquías entre las personas afectadas, los culpables por sus comportamientos sexuales y las víctimas, entre las que se incluye a las amas de casa, niños y los enfermos por una transfusión sanguínea. El esquema jerarquizado permite tratos diferenciados que se reflejan en procesos estigmatizadores y acciones discriminatorias.
Las expresiones de estigma y discriminación relacionadas con el VIH/SIDA e identificadas en los prestadores de servicios de salud están dirigidas a grupos que, antes de la aparición del VIH/SIDA, ya eran condenados por sus comportamientos, personas en quienes la presencia del SIDA mantiene un marca que anteriormente se atribuía al pecado. Así, poblaciones históricamente estigmatizadas, como HSH, personas en TS y CDIV, son objeto de señalamientos y actos discriminatorios en los servicios de salud y en los momentos en que son más vulnerables, física y psicológicamente. El estigma hacia los médicos que atienden a las PVVS puede atribuirse a una práctica clínica en la que mantienen contacto con personas de dudosa reputación moral, lo que los hace cómplices de comportamientos anómalos. Se ejerce un estigma de cortesía hacia las personas que proporcionan atención a PVVS o a los médicos "sospechosos" de portar la infección.
Dado que la prueba diagnóstica se utiliza en los servicios de salud como un instrumento para ofrecer  la atención a una PVVS, no salvaguarda la confidencialidad y la autonomía de la prueba; esto condiciona los derechos de las PVVS o los soslaya. La prueba se convierte entonces en un mecanismo y un instrumento discriminatorio, pese a que en la Norma Oficial Mexicana NOM-010-SSA2-1993 para la Prevención y Control de la infección por el VIH se establece que la prueba de detección no se debe utilizar para fines ajenos a los de proteger la salud del individuo, ni se debe solicitar como requisito para recibir atención médica, además de que se debe regir por los criterios de consentimiento informado y confidencialidad. Esta situación hace evidente la necesidad impostergable de incluir en los programas de entrenamiento y capacitación para personal de salud temas relacionados con la ética y los derechos humanos.

13.      VIH/SIDA a nivel familiar
En diversas fuentes se ha documentado la apremiante urgencia de llevar a cabo investigación social respecto a las familias con uno o más miembros afectados por el VIH. Este llamado obedece no sólo a la necesidad de cuestionar la idea de que la atención extra-institucional a pacientes con VIH/SIDA –es decir, la atención familiar y comunitaria– es gratuita o de bajo costo (Programa del Seguro Popular), sino también a la importancia de generar información sobre la familia como el contexto social más inmediato en el que transcurre esta enfermedad. Suele asumirse que los enfermos de VIH/SIDA de sociedades con orientación comunitaria, como en México, cuentan con una red de apoyo familiar que no existe en sociedades con una orientación individualista (como los países desarrollados). Sin embargo, en investigaciones recientes se ha demostrado la necesidad de cuestionar este supuesto y de explorar con más detalle los mecanismos de funcionamiento y los límites de este recurso. La acumulación de evidencias en otros países sobre el funcionamiento de la estructura familiar en relación con el SIDA ha obligado a una redefinición del concepto mismo de familia y a una exploración en profundidad de los problemas que enfrentan las familias en su manejo del problema del SIDA. Se ha encontrado, por ejemplo, que estas familias también son víctimas de procesos de estigmatización, que se asocian directamente a la forma en que manejan este problema de salud. Junto con este tipo de presiones sociales externas, las familias de personas VIH positivas o con SIDA deben pasar por todo un proceso de adaptación del que se tiene aún poco conocimiento y que incluye no sólo la negociación de la identidad familiar con el exterior (a través de la cual las familias buscan evitar la estigmatización asociada al VIH/SIDA), sino también la delimitación de responsabilidades en la atención del paciente con SIDA, entre la familia y los servicios de salud. La escasa literatura disponible sobre el tema muestra que los procesos sociales de adaptación familiar se vinculan directamente al tipo de manejo del problema del VIH/SIDA que se hace a ese nivel. Se trata de procesos que han sido caracterizados como transiciones a través de la incertidumbre, en las que es posible identificar diversas etapas específicas. El tipo de apoyo social que las familias pueden brindar a los enfermos se asocia estrechamente a la forma en que la familia, en su conjunto, maneja el problema que representa esta enfermedad. Por ello, algunos estudios han identificado necesidades específicas de consejería y apoyo psicológico a familias con un paciente con VIH/SIDA, con el fin de fortalecer esa capacidad de apoyo al enfermo.

13.1    El encuentro con el VIH
La búsqueda de explicaciones. Desde la perspectiva de los familiares, las trayectorias que conducen a los individuos a la infección por VIH son parte de ese conjunto de conflictos cotidianos indiferenciados de dolor y desgracia que caracterizan su vida diaria. Es notable cómo las familias recurren permanentemente a los diversos elementos de su propio contexto para explicarse el origen del VIH en alguno de sus miembros. Dichas condiciones están conformadas por elementos objetivos (como la pobreza, la historia de migración, etc.), y por elementos culturales (el valor de la sexualidad, los juicios en torno a la homosexualidad, la religión, las concepciones populares de la enfermedad, etc.).
Debido a ello la opinión de los familiares es lo siguiente:
...pues yo pienso que andaba en malos pasos... él trabajaba, pero cuando no, se desaparecía... y ya no se sabía de él... vivía en un lado, luego en otro lado; se iba a vivir con los amigos... hasta que últimamente ya sabíamos que estaba trabajando en un bar. Dicen que tomaba y se iba, me imagino yo que de... Luego hay veces que le digo a mí esposo: ‘hay veces que me pongo a pensar que quién sabe si no se infectó con hombres, o sea que hubiera sido con jotos’....
La explicación que vincula la conducta de los afectados con la condición de seropositividad puede llegar a ser simultáneamente culpabilizadora y controversial:
...tengo una hija que me dice: ‘mamá, pero si es una enfermedad buscada’. Le digo: ‘mira, no digas eso, porque esas cosas no vamos a saber con qué clase de hombre se va uno a meter’. ¿Cómo iba uno a saber que ese hombre estaba enfermo?...
Esta percepción por parte de los familiares es sumamente importante debido a que ello depende a una buena red de apoyo y en pro de la salud de su paciente con VIH, sin embargo la pobre información o el desconocimiento acerca de esta enfermedad no permite una confianza por parte del paciente con VIH para notificar acerca de su padecimiento y solo por el temor al rechazo.


14.      Derechos de las personas con VIH/SIDA
Las Directrices de la Segunda Consulta Internacional sobre el VIH/sida y los Derechos
Humanos (Ginebra, septiembre de 1996) pretenden orientar a los Estados a dar una respuesta positiva para reducir su transmisión y sus efectos. La promoción y protección de los derechos humanos es necesaria tanto para proteger la dignidad de las personas afectadas como para reducir la vulnerabilidad a la infección, paliar los efectos negativos y dotar de medios a las personas y comunidades para responder a la epidemia. Los derechos de las personas con VIH/sida y las obligaciones del Estado para con ellas son:
§  No discriminación e igualdad ante la ley. La ley en México garantiza el derecho a la igualdad y a no ser discriminados por motivo alguno, como raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
§  Derechos humanos de la mujer con VIH/sida. Los factores de vulnerabilidad que en México tienen algunas mujeres por razón de género se agudizan en casos donde se vive con VIH, por el lastre de prejuicios, violencia y discriminación en la vida pública y privada que sufren.
§  Derechos humanos de los niños. En años recientes se han presentado situaciones de exclusión social en escuelas e instituciones públicas contra niños o sus padres y madres que viven con VIH/sida. El riesgo aumenta en los casos de abandono, prostitución, explotación y abusos sexuales.
§  Derecho a contraer matrimonio, a fundar una familia y a su protección. Este derecho es violado cuando se exigen pruebas prematrimoniales obligatorias o se solicitan certificados de no padecer el sida para registrar legalmente la unión matrimonial. Igualmente es violatoria del derecho a formar una familia, la negativa de adoptar hijos a una persona con VIH.
§  Derecho a la intimidad de la vida privada. Este derecho se ve comprometido y violado cuando se aplican pruebas de VIH sin consentimiento o cuando no se respeta la confidencialidad. En los casos de donaciones de sangre, órganos o tejidos, se analiza si el producto humano puede ser utilizado, pero la prueba serológica del VIH de la sangre o del tejido donados debe ser estrictamente confidencial.
§  Derecho a disfrutar de los adelantos científicos y de sus aplicaciones. En este ámbito es de considerarse la obligación del Estado de ampliar el acceso de las personas que viven con VIH/sida, según la disponibilidad en cada país, a los análisis, las terapias y la elaboración de una vacuna tanto en la prevención como en la atención.
§  Derecho a la libertad de circulación. Este derecho implica que no hay razones de salud pública para limitar la libertad de circulación o de la elección de residencia por motivos del VIH.
§  Derecho a pedir asilo y a disfrutar de él. Toda persona tiene derecho a pedir asilo y a disfrutar de él en otros países frente a la persecución; los Estados no pueden devolver a un refugiado que será objeto de persecución por su situación respecto del VIH. Cuando el trato de las personas con VIH/sida pueda considerarse que equivale a persecución, se constituye en un fundamento para la condición de refugiado.
§  Derecho a la libertad y a la seguridad de la persona. Nunca puede menoscabarse arbitrariamente el derecho a la libertad y la seguridad de la persona simplemente por su situación respecto del VIH, aplicando medidas tales como la cuarentena, la detención en colonias especiales o el aislamiento. No hay razones de salud pública que justifiquen esa privación de libertad.
§  Derecho a la educación. Este derecho implica que los niños y los adultos deben recibir educación respecto del VIH, en particular sobre la prevención y la atención médica. El Estado tiene la obligación de velar por que, dentro de su tradición cultural y religiosa, se faciliten los medios apropiados para que en los programas de enseñanza académicos y extra académicos se incluya información eficaz.
§  Libertad de expresión e información. Este derecho implica el poder buscar, recibir y difundir información relacionada con la prevención y atención médica del VIH. La información sobre el sida por los medios de información debe ser exacta, sensible y debe evitar los estereotipos y la estigmatización.
§  Libertad de reunión y asociación. Obstaculizar la labor de los grupos que promueven el testimonio, la protección de intereses y de autoayuda a favor de los grupos afectados por el VIH/sida socava la salud pública de una respuesta eficaz.
§  Derecho a la participación en la vida política y cultural. Esta garantía es relevante para la elaboración y aplicación de las políticas y programas relacionados con el VIH. Es esencial que las personas con el sida sigan plenamente integradas en los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de la vida de la comunidad.
§  Derecho al más alto nivel posible de salud física y mental. Comprende, entre otras cosas, "la prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas".
§  Derecho a un nivel de vida adecuado y a la seguridad social. Este derecho es fundamental para reducir la vulnerabilidad al riesgo de infección por el VIH y a sus consecuencias. Es particularmente importante para atender las necesidades de las personas con el VIH/sida –o de sus familiares– que se hayan empobrecido debido al aumento de la morbilidad provocado por el virus o de la discriminación, que pueden causar el desempleo, la pérdida de la vivienda o la pobreza.
§  Derecho al trabajo. Entraña el derecho de toda persona a obtener un empleo sin otros requisitos que la competencia profesional requerida. Se infringe cuando se exige a quien solicita trabajo o está empleado que se someta a la prueba del VIH, se le niega el empleo, se le despide o se le niega la posibilidad de cobrar sus prestaciones si el resultado de la prueba es positivo.
§  Derecho a no ser sometido a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Negar a los reclusos la posibilidad de recibir información, educación y medios de prevención con respecto al VIH, la prueba voluntaria y el asesoramiento, la confidencialidad y la atención médica, así como la posibilidad de someterse voluntariamente a tratamientos experimentales, podrían constituir tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No hay ninguna razón de salud pública o de seguridad que justifique la prueba obligatoria en los presos, ni tampoco la denegación a los que viven con VIH de la posibilidad de realizar todas las actividades de los demás reos. Lo único que justificaría la segregación de los reclusos con el VIH/sida del resto sería la preservación de su propia salud. Debería considerarse la posibilidad de que los presos en fase terminal de una enfermedad, en particular el sida, sean excarcelados anticipadamente y reciban adecuado tratamiento fuera de la cárcel.

BIBLIOGRAFIAS

Crónica de la Medicina 4ª edición: 570, 571 y 600.

Terapéutica en Enfermedades Infecciosas. Dr. Fernando Rogelio Espinosa López 6ª Edición: 1-4,28-30,47-49, 64-68.

Comisión Estatal de los derechos Humanos. http://www.cedhj.org.mx/derecho_vih.asp

ONUSIDA. Situación de la epidemia de SIDA: 2003.

Uribe-Zuniga P, Magis-Rodriguez C, Bravo-Garcia E. AIDS in Mexico. J Intern Assoc Phys AIDS Care 1998; 4(11): 29-33.

Magis-Rodriguez C, Bravo-Garcia E, Uribe-Zuñiga P. Dos décadas de la epidemia de SIDA en Mexico; 2003, CENSIDA. Available from URL: http://www.censida.salud.gob.mx/

CENSIDA. Panorama epidemiológico del VIH/SIDA e ITS en México; 2003. CENSIDA. Available from URL: http://www.censida.salud.gob.mx/

Valdespino-Gomez JL, Garcia-Garcia ML, del Rio-Chiriboga C, Cruz-Palacios C, Loo-Mendez E, Lopez-Sotelo A (Sexually transmitted diseases and the HIV/AIDS epidemic). Salud Pública Méx 1995; 37(6): 549-55.

INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda, Available from URL: http://www.inegi.gob.mx

Artículo 39 del Reglamento Interior de la Secretaría de Salud, publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 5 de junio de 2001.  

Volkow P, Pérez-Padilla R, Del Río C, Mohar A. The role of comercial plasmapheresis banks on the AIDS epidemic in Mexico. Rev Inves Clin 1998; 50(3): 221-6.

Del Río C, Sepúlveda J. AIDS in Mexico: lessons learned and implications for developing countries. AIDS 2002; 16: 1445-57.

Gutiérrez JP, Fernald L, Bertozzi SM, Olaiz G, Gertler P, Conde CJ, L Schnaas L. Focalización de beneficiarios en zonas semiurbanas: Análisis de las localidades incorporadas en el proceso 2001. Report INSP 2003.

Gutiérrez JP. Segunda generación de vigilancia epidemiológica de comportamientos de riesgo para VIH/SIDA: Validación de instrumentos. Resultados de las Encuestas con Trabajadoras Sexuales y con Jóvenes, 2003.

Conde-Gonzalez CJ, Uribe-Salas F. Gonorrea: la perspectiva clásica y la actual. Salud Pública Méx 1997; 39(6): 573-9.

Tortolero-Luna G. Epidemiology of genital human papillomavirus . Hematol Oncol Clin North Am 1999; 13(1): 245-57.

Villaseñor-Sierra A, Caballero-Hoyos R, Hidalgo-San Martín A, Santos-Preciado JI. Conocimiento objetivo y subjetivo sobre el VIH/SIDA como predictor del uso de condón en adolescentes. Salud Pública Méx 2003.

Instituto Mexicano de la Juventud. Encuesta Nacional de la Juventud 2000: Resultados Generales. Reporte. Agosto 2002.

CENSIDA. Segunda Generación de Vigilancia Epidemiológica de Comportamientos de Riesgo para VIH/SIDA: Validación de Instrumentos. Resultados de la Encuesta con Usuarios de Drogas Inyectables. Documento de Trabajo. INSP , 2003.

Uribe-Zúñiga P. Respuesta institucional al VIH/SIDA: 20 años de historia. En: Alarcón-Segovia. El SIDA en México: veinte años de la epidemia. México: El Colegio Nacional; 2003.  

Ponce De Leon-Rosales S, Rangel-Frausto S, Vázquez-De la Serna A, Huertas M, Martínez-Abaroa C. La Calidad de la atención médica en pacientes con SIDA. Gac Méd Méx 1996; 132(Suppl. 1): 57-61.

Muñoz-Hernández O, Zárate-Aguilar A, Garduño-Espinosa J, Zúñiga-Avila J, Hermida-Escobedo C, Covarrubias-Ramírez M, Madrazo-Navarro M. La atención de pacientes con SIDA en el IMSS. Gac Méd Méx 1996; 132(Supp 1): 63-75.

Villasís-Keever A, Rangel-Fraustro S, Ruiz-Palacios G, Ponce De León-Rosales S. Clinical manifestations and survival trends during the first 12 years of the AIDS epidemic in México. Arch Méd Res 2001; 32: 62-5.

Secretaría de Salud. Comunicado de prensa No. 272 Fecha: 1 /Diciembre/2003.

Gontes ML, Rivera-Reyes MP, Hernández-García B. Cuentas nacionales en VIH/SIDA: Estimación de flujos de financiamiento y gasto en VIH/SIDA. FUNSALUD, SIDALAC y ONUSIDA; 2002.

Izázola-Licea JA, Valladares-Cardona R. Financiamiento y gasto en respuesta al VIH/SIDA: lesiones aprendidas en América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de Desarrollo; 2003.

Secretaría de Salud e Instituto Nacional de Salud Pública. Encuesta Nacional de Salud, 2000. Tomo 1. Instituto Nacional de Salud Pública; 2003.

María de la Luz Sevilla González: DISCRIMINACIÓN, DISCURSO Y SIDA. Instituto Politécnico Nacional. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35117055004

No hay comentarios:

Publicar un comentario