El DIVORCIO.
Por: Gabriel Antonio Aldana
Uco.
1ero. A Licenciatura en Psicología
Universidad Autónoma de
Campeche.
REF: ACT012_PSICO1A
Introducción
Hace
mucho que se escucha esta palabra, Divorcio, y era casi un tema tabú, pero
últimamente es más común ver tantas familiar separadas que familias unidas, es
una pena ver como hay matrimonios que no duran ni siquiera 10 años y ya están
en la firma de papeles para legalizar su separación.
Pero
quienes más sufren no son los padres, si bien ellos juegan un papel muy importante
y les afecta gravemente en todos los niveles de su vida este acto, los hijos lo
sufren al doble.
No
solo a nivel personal, igual social, familiar, escolar, en todos los ámbitos de
su vida.
Por
eso en este ensayo se pretende exponer las causas más importantes de la
separación marital, para que el lector se dé una idea de cómo evitar el
Divorcio.
Y si
el divorcio es la única solución estar consciente de las consecuencias que este
traerá.
El
divorcio
El
divorcio, un tema tan común en las últimas décadas, tanto, que parece un
proceso natural en la vida de un matrimonio, antes era de preocuparse y hasta
cierto punto mal visto por l sociedad, ahora es más extraño ver a un matrimonio
que logre mínimo 10 años de unión conyugal.
Es
la disolución del matrimonio, o bien, se refiere al proceso que tiene como
intención dar término a una unión conyugal. Solo para dar una idea de donde se
empieza a practicar este hecho como un acto legal, se mencionará algunos datos
históricos.
El
divorcio fue creado por primera vez en el Código Civil francés de 1804,n 1 1 postulado
por quienes veían al matrimonio como una unión libre, y al divorcio como una
necesidad natural ;en este sentido, el divorcio moderno nace como una
degeneración de un matrimonio cristiano.
Al
año 2011, solo las Filipinas y Ciudad del Vaticano no permiten el divorcio en
su ordenamiento jurídico. Por otro lado, recientemente Malta ha votado a favor
de incluirlo a través de un referéndum no vinculante realizado en el mes de
mayo de 2011, aprobándose su legalización en el Parlamento durante el mes de
julio; así, después de Chile, que lo aprobó en el 2004, Malta es el último país
que la ha legalizado. Recientemente el congreso de filipinas esta en plan de
anexar la legalización del divorcio a su ordenamiento jurídico.
Ciertamente
los tiempos y la sociedad en la que vivimos hoy en día son muy diferentes al de
hace 20 o 30 años, la tecnología, economía, gobierno, todo es tan diferente, y
son precisamente estos cambios los que han afectado indiscutible a la sociedad,
a las asociaciones, a la iglesia, a la familia, al matrimonio.
Pero,
¿Qué es lo que realmente causa un divorcio? ¿Será acaso una moda?, ¿Realmente
no habrá una mejor solución para resolver las diferencias de una pareja? Si la
hay entonces por qué recurrir a este acto tan desagradable, que afecta no sólo
a la pareja sino al mismo tiempo a los hijos, quienes no deben de estar solo
porque son la base del matrimonio, sino porque realmente la pareja los deben
desear y querer.
Un
matrimonio se divorcia cuando los miembros de la pareja deciden que ya no
pueden continuar viviendo juntos y no quieren seguir estando casados. Se ponen
de acuerdo firmar documentos legales que les permiten separarse y volver a
casarse si lo desean.
Puede
ser sencillo decirlo, pero no resulta fácil para una pareja decidir ponerle fin
a su matrimonio. Normalmente, antes de tomar la decisión de divorciarse, se
toman un largo tiempo para intentar resolver los problemas que existen. Sin
embargo, muchas veces, no pueden resolver esos problemas y deciden que el
divorcio es la mejor solución.
En
ciertos casos, ambos padres desean divorciarse; en otros, sólo uno lo desea. Generalmente,
ambos se sienten tristes y desilusionados porque su matrimonio no duró para
siempre, incluso cuando uno de ellos desee divorciarse más que el otro.
Dentro
de las investigaciones que hizo un equipo de psicólogos de la Universidad de
las Américas A.C. destacan algunas conclusiones en base a su investigación
sobre la causa del divorcio; Sandoval (1996) afirma que el divorcio es un
intento por resolver los conflictos que requiere la vida en el matrimonio.
Mientras que Westman y Cline (1973) mencionan que el divorcio es una medida
drástica que los esposos toman cuando el matrimonio no funciona y esto afecta
directamente a la pareja, ya que se altera la forma de vivir de las personas
involucradas, debido a que el divorcio va acompañado de sufrimiento y
perturbación. Por otro lado, según Bloch (1994) existen algunos factores que causan
el divorcio: la calidad de relación de pareja, el número de hijos, así como su
sexo y edad, la situación económica, las expectativas de la pareja a corto
plazo y largo plazo, su vida laboral, su preferencia socioeconómica y cultural.
De igual manera, Rincón (1994) menciona ciertas características que hacen que
la pareja sea más propensa al divorcio, como puede ser contraer matrimonio
entre los 15 y 20 años de edad, debido a que la pareja no está preparada para
llevar a cabo los roles que les corresponden, tener una religión diferente a la
del cónyuge, contar con la desaprobación de los padres y amigos de la pareja,
así como contraer matrimonio por causa de un embarazo. Napler (1994) establece
que existen ciertos patrones que llevan al rompimiento del matrimonio, en donde
uno de los cónyuges busca cercanía y reafirmación, mientras que el otro, busca
la separación y la independencia. La ruptura de parejas en muchas ocasiones se
debe a que el hombre, desde pequeño es educado como un miembro activo que
abandona el hogar, mientras que la mujer normalmente busca estar unida al
compañero y a los hijos (Garza, Caracho, Manautou, Garza, Margain, Khoury,
2006).
¿Por
qué es tan importante entender las causas de un divorcio?
Es
importante conocer las causas del divorcio, para entender lo que sucedió y
evitar repetir los mismos errores o para si se va a volver a casar, sea una
mejor decisión en la elección de la pareja.
Nuestra
vida, nuestra conducta y la conducta de los demás, la manera de comportarnos es
causada por algo, pocas palabras por la relación causa-efecto.
Las
cosas suceden porque algo las provocó. Pudo ser una sola causa o la suma de
varias, podemos conocerlas o no.
Pueden
ser obvias e indiscutibles. Por ejemplo: un matrimonio que rompe porque uno de
los cónyuges fue infiel a su pareja y es descubierto.
Igualmente
pueden ser poco claras o incluso inconscientes; Como los pensamientos,
recuerdos, emociones, sobre todo si no son expresadas,hábitos de conducta, etc.
¿Por
qué es importante entender esta relación?
Cuando
no conocemos las causas del divorcio, pueden suceder cosa como:
Repetimos
el mismo error una y otra vez.
No
aprendemos nada de lo que está sucediendo.
Suponemos
cosas que pueden no tener nada que ver con la realidad, lo que puede provocar
mayores problemas o hacernos sufrir inútilmente.
Por
ejemplo:
Uno
de los miembros de la pareja está de mal humor y la otra persona, al no aclararlo
con él/ella, da por hecho que está enojad(a) con él/ella.
Esta
suposición puede provocar diferentes emociones que me harán sentir mal (enojo,
tristeza, preocupación, angustia, etc.) y/o distintas conductas erróneas (dejarle
de hablar, hablarle de manera “cortante”, etc.) que pueden provocar pleitos o
problemas entre nosotros.
Cuando
no conocemos las causas de nuestro divorcio, podemos atribuir culpas
equivocadamente, se afecta nuestra autoestima, no podemos perdonarnos y
perdonar a nuestra ex-pareja, tomamos decisiones equivocadas y sobre todo, no
aprendemos de lo que sucedió y vamos a volver a cometer los mismos errores o
parecidos, con otras personas.
Las diferentes causas del divorcio
Las
causas pueden ser internas y/o externas:
Causas
internas:
Falta de conocimiento de nosotros mismos.
Cuando
no nos conocemos, no sabemos lo que realmente deseamos y lo que nos molesta,
negamos muchos de nuestros sentimientos e incluso de los pensamientos y
creencias que forman nuestra conducta.
Por
eso no conocemos la causa de nuestra poca satisfacción y enojo, y culpemos a
los demás de nuestro malestar, sufrimiento o conducta.
Esta
actitud aumenta nuestros problemas y evita que busquemos una solución.
Expectativas personales, no cumplidas.
Cuando
nuestra idea de lo que "debe" de ser nuestra pareja o de lo que nos
"debe" de dar, está basada en nuestros deseos o sentimientos y no en
la realidad, puede haber grandes problemas en la relación.
Estas
expectativas están basadas en nuestras necesidades, y forma de ser y en la
creencia de que si mi pareja me quiere, me va a hacer feliz.
Esto
es un error. Ninguna persona puede darme bienestar interno, ni satisfacer
expectativas imaginadas.
Intolerancia ante las diferencias de la
pareja.
Cuando
convivimos más con nuestra pareja, conocemos aspectos de nuestra que pueden desagradarnos,
aspectos que no percibimos o les quitamos importancia durante el noviazgo, al
enfrentarnos a ellos, exigimos al otro que sea diferente, sin preguntarle a
nuestra pareja si puede y quiere cambiar.
No
buscamos un camino común y enriquecedor para el manejo de dichas diferencias. Ni
tomamos en cuenta la importancia y necesidad de hacerlo, ya que a mi pareja le
sucede lo mismo.
La
base de cualquier buena relación no está en que el otro sea como yo quiero, está
en establecer acuerdos, comprender y tolerar las diferencias y dar lo mejor de
mí. Si ambos actúan así, la distancia emocional se acorta.
Inmadurez.
Una
relación no puede funcionar cuando la actitud de uno de los miembros es
infantil, irresponsable o exageradamente dependiente.
Cuando
esto sucede, la persona inmadura espera que el otro la "haga feliz",
le solucione los problemas, etc. y su conducta tiende a ser caprichosa,
inconstante, berrinchuda, etc. Esta actitud cansa en la relación y cansa a la
pareja.
Desinterés en mejorar la relación.
Todas
las relaciones tienen épocas críticas y difíciles.
Cuando
la relación nos interesa, estamos dispuestos a trabajar para mejorarla, esto
implica un esfuerzo personal, que basado en el reconocimiento de nuestra
responsabilidad y en el trabajo relacionado con nuestra conducta como pareja.
Pero
sobre todo, no esperar que sea el otro el que dé el primer paso o el que haga
lo necesario.
No
importa quién es el "culpable". Si interesa arreglar las cosas, no
hay que esperar a ver qué pasa. Hay que actuar.
Baja autoestima.
Una
autoestima baja, repercute en todas las conductas y actitudes de quien la tiene
En
la relación de pareja, cuando uno de los miembros o ambos son muy inseguros, su
actitud es negativa, genera tensión y malestar.
Por
ejemplo:
La
persona tiende a ser muy dependiente o a buscar la constante aprobación y elogios
de su pareja, lo que puede ser agobiante para ésta.
Cuando
se siente mal, insegura, criticada, atacada, etc., (lo que sucede con
frecuencia), demanda de su pareja que la "haga" sentir bien.
Le
es difícil reconocer sus errores, pedir disculpas "responsablemente"
y actuar para remediar las cosas. Puede ser muy demandante y/o celosa.
Falta de reconocimiento y aceptación de
las crisis normales de la pareja.
Si
no aceptamos que existen etapas críticas en todas las parejas, cuando éstas
surgen, en vez de buscar la solución y adaptación a los cambios
"normales", las vemos como amenazantes o sinónimo de que el amor y/o
la relación ya se terminó.
Dejamos
de amar a nuestra pareja.
Es
importante distinguir entre el enamoramiento y el amor maduro.
El
enamoramiento no dura más de unos años. El amor también puede acabarse.
Cuando
esto sucede. es importante analizar qué es lo que se terminó.
El
amor, el enamoramiento o ambos.
El
enojo, resentimiento o ideas equivocadas, pueden impedir que reconozcamos
nuestros verdaderos sentimientos hacia nuestra pareja.
El
amor se puede acabar por el desgaste de los conflictos, la tensión mal
manejada, por constantes decepciones, infidelidad, etc.
O
puede ser que nunca haya existido y que lo que pensamos que era amor fue simplemente
dependencia, amor idealizado, etc
Falta de compromiso emocional.
El
compromiso es una actitud. Es el deseo y la disposición de involucrarse con la
otra persona, de respetarla y dar lo mejor de si, porque desea hacerlo. Sin
condicionar la conducta de la otra persona.
El
compromiso está basado en un acuerdo consigo mismo y/o con el otro y puede ser
cambiado o terminado cuando se considere
necesario, aceptando las consecuencias de la decisión y conducta. Es importante
recordar que una relación es de dos. Para que se dé un buena relación, ambos
tienen que estar presentes emocionalmente y dispuestos a dar lo mejor de sí.
Por aprendizaje de experiencias previas,
sobre todo durante la niñez.
Las
experiencias que viven en la niñez son la base de muchas de las creencias,
temores y conductas.
Si
se aprende, por ejemplo, a huir de los problemas o a creer que ningún hombre (o
mujer) es confiable o vale la pena, no se va a luchar por resolver los
problemas que se presentan en cualquier relación.
Las principales
causas externas:
Falta de comunicación
Los
problemas de comunicación dentro de la pareja suelen definirse como uno de los
principales factores de conflicto.
Existen
situaciones internas y externas que hacen que la comunicación entre la pareja se
arruine. Las primeras se presentan cuando no se le reconoce al otro sus propios
valores y no busca los momentos oportunos para decir las cosas, por lo que
puede llegar a agredir verbalmente y discutir, en vez de lograr una
comunicación respetuosa, abierta y sincera. Mientras que la segunda sería un
situación como el distanciamiento a causa de vivir en diferentes lugares, ya
que esto provoca que la pareja se pierda de experiencias de la vida diaria,
como son sus inquietudes, gustos, temores, ilusiones, de lo que cada uno lleva
dentro de si. Mientras no exista una buena comunicación, habrá reconciliaciones
que duren muy poco en la pareja, porque repetirán las mismas fallas de antes.
Esto hará caer a la pareja en una falsa tolerancia, nada saludable para la relación,
debido a que propicia que cada uno viva su vida en forma independiente, hasta
que esto termine en divorcio.
Las
mujeres son más tendentes a expresar el afecto negativo y las quejas durante
una discusión, mientras que los hombres tienden a retirarse o evitar la
discusión. Este patrón diferencial de comunicación para hombres y mujeres
parece ser más consistente en los matrimonios con conflicto (Montes-Berges,
2009).
Infidelidad
Socialmente,
se piensa que la infidelidad es el resultado de las crisis de la pareja, y esta
no es solo sexual, pues el cónyuge infiel busca aspectos que su pareja no tiene
y estos pueden ser intelectuales, físicos y/o emocionales. Cuando existe
infidelidad en la pareja, la víctima presenta una serie de sentimientos negativos
hacia su persona. Al descubrirse la infidelidad, es natural que se llegue a
sentir dolor, pérdida de autoestima, angustia y rabia. Al estar experimentando
estos sentimientos lo más lógico es que la persona quiera ponerle fin a la
relación, sin importar las consecuencias a terceras personas. La infidelidad a
menudo connota un rompimiento en el matrimonio asociado con la perdida de amor,
confianza, indiferencia y separación. Es más fácil que las personas se sientan
atraídas hacia personas que realizan el mismo tipo de actividad o comparten
gustos similares, que hacia aquellas con quienes no tienen los gustos. Es muy
tolerada la infidelidad masculina, pues existen creencias que la sostienen
tales como pensar que el hombre es más potente, con mayor necesidad sexual.
Dentro de la sociedad mexicana existe el mito de que el hombre debe ser fuerte,
racional, mujeriego y con éxitos sociales más públicos que privados, lo cual de
cierto modo justifica la infidelidad (Garza et al 2006). Sin embargo, el
impacto de la infidelidad como motivo de divorcio puede depender de la
importancia que individuo le dé (Wolcott, 1999).
Violencia
Entre
los factores de divorcio, encontramos las conductas de violencia familiar
cometidas por uno de los cónyuges contra el otro, o hacia los hijos de ambos o
de algunos de ellos. Este factor de
divorcio conlleva dos aspectos, por un lado la falta a una orden de autoridad
que merece una sanción y, por el otro, proteger la integridad física y psíquica
de los miembros de la familia
La
violencia en la pareja no distingue edad, estrato socio económico o cultural,
nacionalidad, religión, raza, orientación sexual o antecedentes personales,
tampoco años de convivencia ni número de hijos. La violencia puede clasificarse
en maltrato físico o daño corporal. El psicólogo considera que ante la causa de
una herida en los sentimientos del individuo, la consecuencia es el miedo, la
humillación y el maltrato sexual que obliga a la víctima a realizar actos no
deseados, abandono, cuando no se cumplen las obligaciones de cuidado y atención
y financiera, la cual se refiere a apropiarse o destruir el patrimonio de la
pareja. Dentro de la violencia existe una situación cíclica que se desarrolla
en tres fases, la primera se caracteriza por la acumulación de tensión en las
interacciones, en donde existen golpes menores y se incrementan los celos,
posesión y opresión. Aquí la victima niega la existencia de cualquier tipo de
violencia o maltrato. La segunda se caracteriza por el descontrol y la
inevitabilidad de los golpes, en donde la víctima se muestra sorprendida ante
la presencia imprevista de estos. Y por último la fase del arrepentimiento. La
víctima tiene la esperanza de que el compañero violento cambie, y esto provoca
que continúe recibiendo abusos. La violencia en el matrimonio ejercida por los
hombres es propiciada por diferentes factores tanto internos como externos.
Como factores internos se encuentran la predisposición aprendida hacia la
violencia. La dependencia del alcohol y otras drogas. El uso de estas sustancias
solo ayuda al abusador a minimizar su responsabilidad personal por estar en
estado inconveniente. El problema realmente radica en un mal uso de manejo de
estrés, así como la falta de expresión. Los factores externos para ejercer la
violencia son el económico, ligado con problemas laborales como el desempeño o
la insatisfacción laboral, lo que provoca que se desquiten con la pareja
recurriendo a la violencia (Garza et al 2006).
La
violencia propicia muchas veces inestabilidad emocional en la pareja y en la
familia, divorcio, desintegración familiar y efectos en los hijos, que se
pueden reflejar en un bajo rendimiento, deserción escolar, incorporación a un
mercado laboral precario, así como posibilidades de sufrir abuso sexual, caer
en la prostitución o incurrir en actos delictivos.
Problemas
económicos
Respecto
a los problemas económicos, cuando el divorcio y la separación ocurren La mayoría
se da entre las mujeres cuyos esposos o compañeros son trabajadores no
asalariados en el sector no agrícola, campesinos o trabajadores asalariados
agrícolas, mientras que no se presenta mucho entre la burguesía y la pequeña
burguesía, el proletariado típico y el no típico. Ahora bien, el nivel
educativo de la mujer y su incorporación al mercado laboral tienen una relación
positiva con la probabilidad de disolución. Las mujeres con mayores niveles
educativos y las que trabajaron antes de la unión tienen mayor riesgo de
terminar de manera voluntaria su unión. El número de hijos también ha sido
relacionado de manera inversa o negativa con la disolución de las uniones.
Solís y Medina (1996) aseguran que las parejas con mayor número de hijos tienen
menor probabilidad de disolución.
Por
otro lado, los problemas económicos pueden aumentar el aislamiento, el estrés
emocional, la depresión y la baja estima de sí mismo, que, a su vez, pueden
generar o afectar las tensiones matrimoniales. En un estudio sobre dinámicas
familiares en México, se encontró que un 14% de las mujeres que eran jefas de
hogar, quienes eran la principal fuente de ingresos económicos de sus hogares,
afectaba sus relaciones conyugales que concluyen en divorcio o en separación
(García, 2006). Expectativas y espera por parte del esposo un cambio en el
mismo sentido, pero, por otro lado, el esposo puede resistirse al cambio.
Existen
otro tipo de factores que influyen en la disolución conyugal sobre los que nos
documenta la investigación antropológica en torno a los géneros y los estudios
históricos de las familias mexicanas. Estos dan cuenta de la importancia de
aspectos culturales, institucionales y de género que influyen en las
disoluciones conyugales y las difíciles condiciones sociales a las que se
enfrentan las parejas
Por
otro lado, en México, uno de los aspectos básicos a la disolución voluntaria de
las uniones por separación o divorcio es la edad de la mujer al inicio de la
unión conyugal.
Estudios
demuestran que mujeres que se unieron antes de los 21 años tienen mayor
probabilidad de disolver su unión voluntariamente en comparación con las que se
unieron en edades posteriores. Años más tarde se reportó en otro estudio, las
entrevistadas en la Ensare 2003 confirman no solo la tendencia, sino que
presentan un corte de edad que sistemáticamente disminuya a aumente la
probabilidad de disolución. Así, la mayor edad a la unión, menor probabilidad
de disolución voluntaria. Por otro lado, el tamaño de la localidad de
residencia también marca diferencias, ya que los residentes en localidades
urbanas tienen mayor probabilidad de que sus uniones terminen en separación o
divorcio.
Consecuencias:
Cualquier
divorcio es difícil y doloroso para los dos miembros de la pareja, no importa quién
lo pide y por qué lo hace, aun para la persona que lo pide, porque ha sido
víctima de violencia física o emocional.
Pero
cuando el matrimonio era bueno y estable, es aún más difícil porque los buenos
recuerdos superan a los malos y porque la reacción de la familia y amigos es de
incredulidad, y por lo tanto, pueden ser indiferente.
A
nivel personal, el divorcio afecta nuestra:
Autoestima.
La
persona, ya sea hombre o mujer, se siente rechazada y/o fracasada.
Se
siente culpable por no haber podido establecer una mejor relación o haber
evitado el divorcio., al sentirse así, se califica como mala, tonta,
incompetente, etc., etc., lo cual daña su autoestima.
Con
frecuencia la ex-pareja y otras personas la culpan también y le indican todo lo
que debería haber hecho, lo que refuerza su baja autoestima.
Identidad
personal y familiar.
Parte
de nuestra autoimagen es el rol que hemos jugado durante muchos años.
Con
el divorcio dejamos de ser esposo(a), perdemos la identidad de "la familia
unida", etc. Si estos papeles o roles eran importantes para nosotros y nos
identificábamos con ellos, al perderlos, sentimos que perdemos una parte de
nuestra personalidad.
Forma
de ver el mundo y nuestro futuro.
Cuando
el miedo, la angustia, enojo, depresión, etc., son una constante en nuestra
vida diaria, nuestros pensamientos son: Negativos, extremistas, rígidos,
depresivos, etc.
Este
tipo de pensamientos hace que veamos nuestro presente y nuestro futuro de una
forma muy negativa que solo nos siegan a la posibilidad de vivir mejor
A
nivel emocional.
Cualquier
persona que se divorcia atraviesa por sentimientos muy intensos y encontrados. Una
sola emoción puede durar días o semanas o pueden cambiar constantemente en un
mismo día.
Esta
situación se da, aun en las personas que toman la decisión de divorciarse, ya
sea por violencia intrafamiliar, infidelidad en la pareja o por un nuevo amor
en su vida.
Sin
embargo, cuando el divorcio es el resultado de largas crisis y conflictos o
cuando la persona no quiere el divorcio, las emociones son más intensas y
desgastantes.
Entre
las emociones más frecuentes encontramos:
Tristeza
o depresión por la relación que se ha terminado y las diferentes pérdidas que
involucra el divorcio: sueños, expectativas, identidad, amigos, etc.
enojo
con uno mismo y hacia la pareja, al culparla de la ruptura y del daño que ha
causado a la familia, culpa, deseos de venganza, alivio, confusión,
ambivalencia, temor y preocupación respecto al futuro, inseguridad respecto a
la posibilidad de reconstruir una nueva vida, sentimientos de fracaso, por no
haber podido evitar los problemas o "salvar" el matrimonio, miedo a
la soledad y/o a tomar decisiones equivocadas, remordimiento, sobre todo por el
dolor causado a otras personas (hijos, padres, etc.),
Todos
estos sentimientos son normales, la intensidad y duración depende de las
características de cada persona y de cada situación, la forma de reaccionar de
cada quién también.
A
nivel parental.
Los
padres, tanto el hombre como la mujer, pueden sentir que, cuando los hijos
están con ellos, tienen que cubrir tanto el rol de la madre como el del padre.
Esto
puede generarles mayor tensión. Tienen que responsabilizarse de decisiones y
aspectos de la disciplina de los hijos, que pueden ser nuevos y difíciles de
llevar a cabo. Pueden verse manipulados por los hijos o sentir el temor de que
éstos no quieran estar con ellos. Tienen que aceptar decisiones y conductas de
la ex-pareja, con las que no están de acuerdo, pero en las que ya no los toman
en cuenta. Tienen que tener muy presente que el divorcio acaba con la relación
como pareja, pero el contacto entre ambos y la toma de decisiones relacionadas
con los hijos continúa.
En
el aspecto económico.
Un
divorcio, generalmente implica cambios económicos importantes. Cada uno de los
miembros de la pareja va a tener los gastos propios de casa, comida, etc.,
además del mantenimiento de los hijos. Si la mujer no trabajaba, va a depender
de lo que le dé el marido y posiblemente de un sueldo que tiene que aprender a
administrar, si el marido no le da lo suficiente para cubrir sus gastos o si su
sueldo es insuficiente, la mujer tiene que aprender a privarse de muchas cosas,
Incluso de algunas necesarias.
Cuando
el hombre cubre todos los gastos de los hijos y le pasa pensión a la mujer, sus
gastos aumentan de manera considerable y no siempre tiene ingresos suficientes
para vivir desahogadamente.
Los
niños también se enfrentan a cambios económicos, que no siempre aceptan.
A
nivel familiar.
Un
divorcio afecta a todos los miembros de la familia cercana, en mayor o menor
grado.
Los
problemas con los hijos pueden surgir por diferentes motivos:
Reaccionan
agresivamente contra alguno de los padres, contra ambos o ante sus amigos y
maestros, se pueden deprimir, bajan su rendimiento escolar, presentan problemas
de conducta importantes, etc.
Si
existía una buena relación con la familia política, muy probablemente dicha
relación se termina o cambia. Con la familia de origen pueden surgir problemas
por diferentes motivos:
No
dan el apoyo que la persona que se está divorciando espera, los padres o
hermanos, sobre todo en el caso de la mujer, interfieren demasiado en las decisiones
que se tienen que tomar, intervienen directamente en la educación de los nietos
o sobrinos, aun en contra de los propios padres, etc.
En
el aspecto social.
Se
reduce la cantidad de amigos o cambia la relación con ellos, ya que la persona
deja de participar en muchas de las actividades de pareja que su grupo realiza.
En
ocasiones algunos amigos toman partido, lo que genera tensión o sentimiento de
rechazo.
Los
amigos pueden querer involucrarse demasiado, aconsejar o incluso presionar
sobre lo que la persona que se está divorciando "debe" de hacer o de
sentir.
Esta
actitud aumenta el caos emocional.
En
relación al trabajo.
El
caos emocional que se vive, puede afectar el desempeño y la motivación.
Puede
haber problemas por la dificultad para concentrarse y/o tomar decisiones, si
hay irritabilidad o mucho enojo en la persona, ésta puede tener problemas con
los compañeros de trabajo, sus jefes, clientes, etc.
Si
la mujer nunca ha trabajado le es mucho más difícil adaptarse, ya que
emocionalmente está más vulnerable.
Aspectos
de la vida diaria.
Si
la mujer no trabajaba y necesita hacerlo, dispone de menos tiempo para ocuparse
de la casa y de los niños. Necesita aprender a organizar pagos, mantenimiento
del coche u otras actividades de las que se ocupaba su marido. Esto le puede
generar tensión o la sensación de no tener tiempo suficiente para toda. El
hombre que no está acostumbrado a ocuparse de comprar comida, ocuparse de la
limpieza de la casa y la ropa, de los aspectos relacionados con los hijos,
etc., tiene que aprender a hacerlo, lo que puede costarle trabajo y estrés.
Todo
esto en un momento en que emocional y psicológicamente están más débiles y
vulnerables.
Consecuencias en los hijos
A la
hora de estudiar los efectos del divorcio en los hijos es difícil determinar si
es el propio divorcio lo que les afecta o una serie de factores sociales que
acompañan muy frecuentemente a la separación de las parejas. Entre los factores
sociales destacan:
Pérdida de poder adquisitivo. La
convivencia en común supone el ahorro de una serie de gastos que se comparten.
La separación conlleva una pérdida de poder adquisitivo importante.
Cambio de residencia, escuela y amigos. El
divorcio de los padres conlleva cambios importantes en el entorno del hijo.
Puede tener que cambiar de colegio, o de residencia. El impacto que tiene este
factor en el desarrollo y ajuste social del niño es muy importante.
Convivencia forzada con un padre o con
miembros de la familia de alguno de ellos. No siempre la
elección del padre con el que se convive es la que el niño quiere. La familia
de los separados apoya el trabajo adicional y aporta frecuentemente el apoyo
necesario para que el padre que se hace cargo del niño pueda realizar sus
actividades laborales o de ocio. Este factor conlleva una convivencia con
adultos, muchas veces muy enriquecedora y otras no tanto.
Disminución de la acción del padre con
el que no conviven. El padre que no está permanentemente con su
hijo deja de ejercer una influencia constante en él y no puede plantearse
modificar comportamientos que no le gustan los fines de semana que le toca
visita. Por otro lado, el niño pierde el acceso a las habilidades del padre que
no convive con él, con la consiguiente disminución de sus posibilidades de
formación.
Introducción de parejas nuevas de los
padres. Es un factor con una tremenda importancia en la
adaptación de los hijos y tiene un efecto importantísimo en la relación
padre/hijo.
Si se
dan, además factores emocionales en los padres los efectos negativos en los
hijos pueden multiplicarse. Por ejemplo:
Una
mala aceptación del divorcio por uno de los padres puede llevarle a convivir
con una persona deprimida u hostil. Un divorcio conlleva de forma por su propia
esencia una cierta hostilidad entre los padres. Cuando esa hostilidad se
traslada a los hijos, intentando que tomen partido o que vean a la otra persona
como un ser con muchos defectos, se está presionando al niño para que vea a su padre
desde un punto de vista equivocado, porque tendrá muchos defectos; pero siempre
será su padre. Si la hostilidad entre ellos persiste después del divorcio, es
difícil que no afecte la convivencia con el niño.
·
Efectos de esos factores
·
Bajada en el
rendimiento académico.
·
Peor auto concepto
·
Dificultades sociales
·
Dificultades emocionales como depresión,
miedo, ansiedad,…
·
Problemas de conducta.
Wallerstein
(1994) ha realizado el seguimiento de 131 niños durante 25 años y ha encontrado
que estos efectos del divorcio en ellos no se limitaban al periodo de duración
del divorcio, sino que trascendían a toda su vida. Otros estudios confirman
esta afirmación (Sigle-Rushton, Hobcraft y Ciernan, 2005)
Señala
Wallerstein, como factor interesante, las dificultades que encontraban para
creer en la continuidad de la pareja, con lo que su nivel de compromiso con la
pareja era mucho menor. Hay que tener en cuenta que el compromiso es un elemento
importante tanto en la estabilidad de la pareja como en el grado de felicidad
subjetiva que aporta (ver
Efectos emocionales del divorcio en los
hijos
Como
siempre hay que señalar que las reacciones emocionales que se dan en los hijos
no están predeterminadas. Dependen de un número importante de factores, como la
historia del niño y la manera y habilidad que tiene para enfrentarse a la nueva
situación que tiene un influencia tremenda en su vida. Como orientación se
incluyen algunas de las reacciones que pueden aparecer dependiendo de la edad.
Son solamente orientativas.
De tres a cinco años:
Se
creen culpables por no haber hecho la tarea o no haber comido. Su pensamiento
mágico les lleva a tomar responsabilidades tremendamente imaginarias.
Temen
quedarse solos y abandonados. Hay que recordar que en estas edades los padres
constituyen el universo entero de los niños y que la relación en la pareja es
el medio en el que ellos están cuidados y mantenidos.
La edad más difícil es la de 6 a 12
años.
Se
dan cuenta de que tienen un problema y que duele y no saben como reaccionar
ante ese dolor. Creen que los padres pueden volver a juntarse y presionan o
realizan actos que no llevan más que a un sentimiento de fracaso o a problemas
adicionales en la pareja.
Los adolescentes experimentan:
Miedo,
soledad, depresión, y culpabilidad. Dudan de su habilidad para casarse o para
mantener su relación. Como elemento a tener en cuenta en la asignación de los
hijos a los padres es el hallazgo de que los hijos criados por el padre del
mismo sexo se desarrollan mejor.
El
divorcio no puede considerarse como una causa de problemas psicológicos, sino
como un factor que hace a la persona más vulnerable.
Conclusión
El
divorcio es el stress más feo que un niño pueda soportar como hemos visto. Los
niños perciben la muerte de un padre de manera más natural que un divorcio. Los
hijos de divorciados necesitan más tratamiento psicológico que los de los no
divorciados. Las consecuencias de una conducta inadecuada de los padres cuando
se divorcian pueden ocasionar ansiedad, miedo, inseguridad, sentimientos
ambivalentes y diferentes trastornos de conducta. De manera que si una pareja se encuentra en
proceso de divorcio, debe tener en cuenta:
El problema esta en la pareja, nunca con sus
hijos, La única forma en que los hijos no sufran durante la separación o
divorcio es que los padres estén plenamente conscientes de que deben
explicarles claramente la situación a ellos y decirles que, independientemente
de la decisión que tomen, ambos cónyuges seguirán queriéndolos y ayudándolos.
Si no hay más remedio que el divorcio, siempre será preferible una separación
amistosa que una conflictiva, por el bienestar y seguridad de los hijos y de la
propia pareja. Hay que hacer un gran esfuerzo para superar el rencor y la
rabia, pero es indispensable por el bien de todos.
Hay
que analizar cuáles pudieron ser las causas del divorcio, enfocarse en lo
problemas personales
En
lo que se cree que está relacionado con la actitud, pensamientos, sentimientos
y conducta no deseada, Nunca buscar culpables. Responsabilizarse de los actos.
Un
matrimonio es de dos y un divorcio también es de dos. Lo importante no es que uno
se sienta culpable o enojado por lo que hizo dejo de hacer, sino aprender de
eso errores. De acuerdo a las áreas mencionadas, hay que tratar de ver cuáles
son las que te están afectando más.
No se
pueden hacer cambios importantes en todas al mismo tiempo, por lo tanto hay que
decidir cuales son las más importantes en esos momentos.
Buscar
el apoyo de familiares o amigos que te escuchen, es de lo mejor que se puede
hacer.
Otra
buena idea es buscar información sobre el manejo de las emociones que se está
viviendo.
Hay
que llevar siempre ante todo una buena cara, es decir, no empeorar la
situación, buscar siempre ayuda ya sea familiar o profesional, más que nada por
los niños que son lo que más sufren en esta situación. Nunca se está solo.
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